Se dice que, un día,
cuando escuchó el silbido del viento atravesar el tronco hueco de un árbol, el
hombre quiso imitarlo. Y él inventó la flauta.
Todo en la naturaleza
tiene musicalidad. Los rasguños del viento suenan en el vasto cabello de los
árboles y murmura melodías mientras acaricia los pétalos de las flores y los
pequeños arbustos.
Cuando la tormenta se
prepara, los truenos retumban, como el sonido de tambores que marcan el ritmo
de una marcha, en ritmos fuertes.
Cuando la lluvia cae
sobre la tierra seca debido a la sequía, se escucha el ruido de aquellos que
beben a toda prisa.
Los ríos, las
cascadas, el sonido del mar salvaje cantan.
Todo es sonido y
armonía en la naturaleza. Incluso cuando los elementos parecen locos, anunciando
la tormenta.
Y recordamos las
poderosas armonías del Cosmos, el arpa gigantesca que vibra bajo el pensamiento
del Creador, el canto de los mundos, el ritmo eterno que guía la génesis de las
estrellas y las humanidades.
En todo hay ritmo,
armonía, musicalidad.
En nuestro cuerpo, el
corazón late rítmicamente, los pulmones trabajan a su propio ritmo, la sangre
fluye a través de las venas y las arterias.
Todo a tiempo.
Armonía.
Nuestro paso, nuestro
discurso está marcado por el ritmo.
La música está en la
naturaleza y, debido a que somos parte integral de ella, tenemos música en
nuestra privacidad. ¡Somos música!
Es por eso que el
hombre, desde el principio, compuso melodías para deleitar sus noches, suavizar
su anhelo, cantar amor, llorar a los muertos.
También aprendió que,
a través de notas musicales, podía levantar himnos de alabanza al Creador de
todas las cosas.
Y surgió la música
mística, la música sagrada, el canto gregoriano.
Entre los celtas, el
arpa se consideraba un activo inalienable, así como el libro y la espada.
Vieron en la música,
la enseñanza estética por excelencia, la forma más segura de elevar el
pensamiento a alturas sublimes.
Los primeros
cristianos, cuando marchaban por el martirio, lo hacían entre himnos al Señor.
Oraciones verdaderas que los llevaron al éxtasis y los fortalecieron para
enfrentar el fuego, las bestias, la muerte, sin ningún temor.
El rey de Israel,
Saúl, en sus crisis nerviosas y obsesivas, llamó al pastor David, quien, a
través del sonido de su arpa, lo calmó.
La música es la más
sublime de todas las artes. Despierta impresiones de belleza en el alma. Mejor
que la palabra, representa movimiento, que es una de las leyes de la vida. Por
eso es la voz del mundo superior.
La voz humana tiene
entonaciones de flexibilidad y variedad que la hacen superior a todos los
instrumentos.
Puede expresar
estados de ánimo, todos sentimientos de alegría y dolor, desde invocar el amor
hasta las entonaciones más trágicas de la desesperación.
Es por eso que la
introducción de coros en música orquestal y sinfónica, enriqueció el arte de un
elemento de encanto y belleza.
Es por eso que la
sabiduría popular advierte: ¡Quien canta, sus males espanta!
¡Vamos a cantar!
Léon Denis
No comments:
Post a Comment