¿Qué es el libre albedrío?
El libre albedrío es el poder o habilidad que tiene el hombre de elegir diferentes acciones para decidir, o no decidir, para crear valores internos positivos, volverse bueno, y practicar acciones o reacciones negativas, volverse malo.
Si el determinismo de la causalidad gobierna el mundo entero, ¿cómo puede haber indeterminismo o libre albedrío? 1
El libre albedrío no es indeterminismo o ausencia de causalidad. Sin embargo, es autodeterminación, es decir, causalidad dinámica, proveniente del interior del hombre, en oposición al determinismo que proviene externamente del hombre, o causalidad mecánica, de una causa que da lugar a un efecto.
¿El libre albedrío es creativo?
Sí, es un poder creativo porque puede dar existencia a valores que antes no existían.
¿Estos valores creados por el libre albedrío surgen de la nada?
No, los valores creados por el libre albedrío provienen de la Esencia Infinita (Dios), manifestada como algo cualitativo en el plano de la Existencia Finita (seres humanos).
¿Todos los hombres son igualmente libres?
No, hay muchos grados de libertad, y cada hombre es moral y éticamente responsable de sus actos según el grado de libertad con que actúa.
¿Puede un hombre perder su libre albedrío?
No hay hombre adulto normal sin libre albedrío, aunque alguna anormalidad pueda inhibir temporalmente su ejercicio.
¿Tiene el hombre, después de la muerte física, todavía libre albedrío?
Sí, porque el libre albedrío es un atributo esencial del espíritu del individuo y no depende del cuerpo material.
¿Puede el hombre, sin un cuerpo material, practicar actos libres?
Sí, porque el libre albedrío es un atributo inseparable de la naturaleza espiritual y puede actuar mientras exista este espíritu individual.
¿No hablan los textos sagrados del tormento eterno?
La palabra “eterno” significa de larga duración. Aun así, no incluye la noción de infinito, tanto que se usa en los libros sagrados en plural: “por todas las eternidades de las eternidades”, es decir, en la eternidad presente, en la eternidad futura.
¿Qué es el tormento eterno?
El tormento es el sufrimiento purificador, un estado prolongado en el que el pecador se purifica, a través del sufrimiento, de la culpa pasada y previene la culpa futura.
¿Puede haber un castigo eterno?
La pena, del latín “castum agere”, hacer casto, puro, es el sufrimiento que tiene por objeto la extinción de las faltas pasadas y la prevención de las faltas futuras, que perdería su sentido positivo si fuera sólo una pena negativa, sin fin, sin acción sana para el pasado y el futuro. El efecto positivo del castigo redime al ser humano.
¿Es éticamente permisible el castigo?
Es éticamente admisible sancionar con carácter correctivo y preventivo, mientras que es éticamente inadmisible sancionar con carácter meramente vengativo.
¿Puede Dios castigar eternamente?
Dios no puede castigar eternamente, hacer sufrir sin fin porque es intrínsecamente malo. Sin embargo, puede castigar o causar sufrimiento temporalmente porque no es intrínsecamente malo; además, no es Dios, sino el hombre, quien causa el sufrimiento.
¿Acaso Abraham no le dice al rico codicioso condenado que no hay transición de allá a aquí, ni viceversa?
Por el abuso de su libertad, el hombre que ha entrado en un estado de sufrimiento purificador de larga duración no saldrá de esa prisión hasta que haya pagado la última deuda.
¿Puede un hombre culpable pagar su deuda en cualquier momento y lugar?
Sí se puede, porque el libre albedrío, que creó la deuda, puede extinguirla donde y cuando quiera.
¿Es el hombre libre en sus decisiones o sólo se cree libre cuando aparentemente es un autómata de fuerzas desconocidas?
Ningún ser humano es enteramente libre porque la libertad total es omnipotencia. Sólo la Tesis Absoluta, la Realidad Universal, la Divinidad, el Creador es enteramente libre. En el Infinito, dice Baruch Spinoza, la libertad y la necesidad coinciden; Dios es necesariamente libre y libremente necesario. En Dios, la libertad es la necesidad misma. El hombre es parcialmente libre, y esta libertad parcial es suficiente para hacerlo responsable de sus actos libremente realizados, responsabilidad que está limitada por la finitud misma de su naturaleza humana. En términos metafísicos, el hombre es parcialmente libre.
El hombre es lo suficientemente libre como para ser considerado responsable de sus acciones conscientes, tanto buenas como malas. Sin embargo, el grado de libertad y responsabilidad moral y ética no es el mismo para todos los hombres. Si bien es producto del ego que lo esclaviza a las influencias de la causa sobre el efecto, es potencialmente libre porque la libertad, el libre albedrío, son conceptos cuyo valor siempre dependerá del nivel de comprensión que cada individuo tenga sobre sí mismo y las circunstancias que lo rodean. Los actos humanos son libres; son responsabilidad de cada persona, formando este gran desafío de vivir y crear valores que se sumen al propio individuo y actúen como catalizadores para sumar valores a sus semejantes.
La verdadera libertad sólo puede manifestarse plenamente cuando el hombre descubre el Ser Divino que existe en su alma, y sólo entonces, conociendo esta verdad, se vuelve dinámicamente libre.
Siendo el hombre, por libre albedrío, estrictamente causa y autor de sus actos, el grado de su responsabilidad moral y ética es directamente proporcional al grado de su libertad. Quien es 20 grados libre es 20 grados responsable de lo que hace; quien sea 80 grados libre es 80 grados responsable. Las leyes humanas condenan a dos criminales que han cometido el mismo crimen a la misma pena; sin embargo, uno puede tener 80 grados de culpabilidad y el otro sólo 20, por la diferencia de libertad con que actuó cada uno. La llamada justicia humana no puede dejar de ser una injusticia permanente. Si no hubiera reequilibrio de esta justicia desequilibrada en el Universo, el orden del Cosmos terminaría en el desorden del caos; hay una gran Justicia Cósmica que suple todas las carencias de la pseudo justicia de los humanos.
Dice el filósofo Schopenhauer: “El hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere”.
Y Pablo de Tarso dice: “Todo me está permitido, pero no todo es provechoso. Todo me está permitido, pero no me dejaré dominar por nada”.
El libre albedrío no es una zona exenta de jurisdicción divina; todo el bien o el mal que el hombre haga en esta “zona exenta” o en este “campo neutral” de su libertad, lo hace por su cuenta y riesgo y no de Dios. Por libre albedrío, el hombre posee un poder creador, que es en lo que consiste su semejanza con Dios.
“¡Ustedes son dioses!”
Sin embargo, el hecho de que el hombre pueda trazar su destino mediante el ejercicio de su libertad no invalida la existencia de un Destino Universal, que determina el curso del mundo, contra el cual ninguna criatura puede prevalecer. En el ámbito de este orden divino del Cosmos, el ser humano libre puede realizar los actos que quiera, creando su cielo o su infierno. El Destino Universal es inmutable ya que está bajo la jurisdicción de los Poderes Cósmicos mientras que el destino individual es cambiante. “Cada uno cosechará lo que ha sembrado”. El hombre es libre de cometer o no, la culpa, pero no es libre de evitar el castigo mientras exista la culpa, pues nadie puede eludir las Leyes Cósmicas ya que no hay contrabando en la Dimensión Divina. El pecador está obligado a redimir su culpa porque la ignorancia no lo exime del pago de la deuda, mientras que el que no peca está libre del rescate. Mientras haya pecadores y santos, habrá infierno y cielo, que son creaciones del libre albedrío de las criaturas.
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1)- Determinismo: doctrina sobre una relación necesaria entre todos los acontecimientos y fenómenos, y de su condicionamiento casual. Por ejemplo, la anarquía del modo capitalista de producción conduce fatalmente, a las crisis económicas; el desarrollo de la lucha de clases lleva, inevitablemente, a la revolución social. Los idealistas oponen al determinismo, el indeterminismo, el cual sostiene que el curso natural de las cosas en el mundo no está subordinado a leyes, a la causalidad; que existe el libre albedrío, de nada dependiente.
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