Un verdadero asceta, o esa persona que lleva una vida austera y sencilla, que se abstiene de los placeres normales de la vida o se niega a sí mismo cualquier tipo de satisfacción material, tampoco oculta nada ni tiene ninguna cosa que guardar o reservar para sí.
Los zorros tienen madrigueras y los pájaros tienen nidos, pero el Hijo de Dios no tiene un solo lugar que llame suyo. Todo lugar es suyo; la superficie de la tierra en cualquier parte es su cama, y su almohada es su brazo; los árboles son sus sombrillas, la luna su linterna; y todos los que encuentra son sus hermanos y hermanas, padre y madre que le proporcionan comida. La palma de su mano es el plato y cualquier trapo que encuentre en el camino es su ropa. ¿Alguna vez le preocupa la idea de dónde va a comer? ¡Nunca! Nunca se ha preocupado en pensar qué debería beber, ni qué debería comer, ni con qué se va a vestir. Su Padre conoce la necesidad que tiene de estas cosas; él solo alberga pensamientos para su Padre y para la esencia de su Ser, el Reino de Dios en su interior, y todas esas cosas le son concedidas.
Una verdadera vida ascética no es perturbada por la pasión sexual; en cuanto al dinero, nunca lo menciona ni lo quiere. Cuando el verdadero asceta se realiza en la esencia de su Ser, un estado de pleno regocijo brota de forma definitiva. Entonces nada queda a ser deseado o alcanzado.
Fue en esta atmósfera de espiritualidad pura que Maharshi comenzó su vida de peregrinación, conocimiento, sabiduría y autorrealización.
Ya famoso en 1913, viviendo en la cueva Virupaksha, rodeado de discípulos, curiosos y visitantes, fue visitado por un estudiante graduado en filosofía, M. Sivaprakasam Pillai, quien terminó convirtiéndose en un ardiente devoto que dedicó el resto de su vida a la contemplación de las enseñanzas de Maharshi. Durante sus días de universidad, la cuestión de la personalidad (la cuestión de “¿Quién soy yo?”) surgió en el curso de sus estudios, pero no fue entonces que la perseguiría con vehemencia.
Un día Pillai fue a visitar a Maharshi y esperó pacientemente hasta que consiguió suplicarle que lo guiara e instruyera. También le hizo algunas preguntas al Swami en relación con la cuestión mencionada anteriormente. En ese entonces Maharshi se encontraba observando silencio. Por lo tanto, las preguntas a veces se respondían con gestos, o cuando estos no se entendían, se escribían en el piso y Pillai las copiaba inmediatamente en papel.
Cuando Pillai estaba pensando en regresar a su pueblo, sucedió algo notable. Estando sentado cerca de Maharshi tuvo una visión extraña: la cara del Swami dejó de ser una cara humana normal. Un aura deslumbrante lo rodeaba. De repente, un niño dorado comenzó a emerger de su cabeza gradualmente y, poco después, se volvió a entrar. El Swami estaba rodeado por un halo que era tan intenso como el de varias lunas llenas juntas. ¡Su cuerpo brillaba dorado como el sol de la mañana y estaba cubierto de cenizas sagradas! De sus ojos brillaba misericordia y, al final, parecía que su cuerpo era una masa de cristal.
Pillai no pudo aguantar más. Se sintió profundamente agitado ante esta repentina prueba de la existencia de un poder superior benigno. Su corazón se llenó de emoción; sus ojos derramaron lágrimas de éxtasis, y sollozó incapaz de expresar lo que sentía.
Pillai fue el afortunado devoto quien le hizo a Bhagavan la importante pregunta "¿Quién soy yo?" y conservó sus respuestas. Este tesoro oculto de sabiduría ahora guía a innumerables buscadores en todo el mundo.
De esto se infiere que el Swami tiene una personalidad poderosa y magnética, pero el poder y el magnetismo no provienen de él, sino que provienen del Ser eterno, de tal forma que, al quedarse con él por un tiempo, una persona puede cambiar su vida, hábitos e instintos, y por su gracia uno puede recibir la fe en Dios de un modo tan cierto y tangible, como cuando se recibe una fruta o un libro.
A continuación, se exponen las catorce preguntas y las respuestas del Swami:
P - Swami, ¿Quién soy yo? ¿Cómo se alcanza la salvación?
M - Al dejar, persistentemente, que se asiente dentro de ti el interrogante “Quién soy yo”, conocerás tu verdadero Ser y así lograrás la salvación.
P - ¿Quién soy yo?
M - El verdadero “yo” o verdadero Ser no es ni el cuerpo, ni ninguno de los cinco sentidos, ni el sentido de percepción de los objetos, ni los órganos de acción, ni la respiración o energía vital, ni la mente, ni siquiera el estado de sueño profundo donde no hay conocimiento de aquellos.
P - Si no soy ninguno de esos, ¿qué otra cosa soy?
M - Después de excluir cada uno de los anteriores, diciendo “Esto no soy yo”, lo que queda solo es “yo”, y eso es conciencia.
P - ¿Cuál es la naturaleza de esa conciencia?
M - Es la realidad-consciencia- felicidad, donde ni siquiera hay el más mínimo rastro en absoluto de la idea de un “yo”. Esto también se llama Silencio o quietud-silenciosa, o “Stillness” en inglés, sinónimo de la experiencia sin pensamientos, del Ser inmortal, lo único que existe y que podemos conocer a través de la conciencia. Los tres, el mundo, el ego y el Dios personal, si se consideran entidades separadas, son meras ilusiones, así como en la madreperla parece brillar la plata. Pero Dios, el ego y el mundo son el mismo uno Real en su forma natural.
P - ¿Cómo hacemos para darnos cuenta de lo Real?
M - Cuando los objetos externos se desvanecen, el vidente, o sujeto, realiza su verdadera naturaleza (descubre, en sí mismo, lo Real, lo Absoluto).
P - ¿No podemos darnos cuenta de esa verdadera naturaleza mientras simultáneamente vemos objetos?
M - No. Porque el vidente (el noúmeno) y lo visto (los fenómenos) son como la cuerda y la apariencia que tenga de una serpiente. A menos que te deshagas de la ilusión superpuesta de la serpiente, no puedes creer que lo que existe es solo una cuerda.
P - ¿Cuándo se desvanecerán los objetos externos?
M - Si la mente, que es la causa de todos los pensamientos y actividades, se desvanece, los objetos externos se desvanecerán también.
P - ¿Cuál es la naturaleza de la mente?
M - La mente es meramente pensamientos. Es una forma de energía. Se manifiesta como objetos (es decir, el mundo). Cuando la mente se vuelve hacia las profundidades del Ser, su verdadera naturaleza, entonces el Ser se realiza en el sujeto. Cuando la mente se vierte hacia afuera, aparece el mundo y el Ser esencial no se realiza en el sujeto*.
P - ¿Cómo se desvanecerá la mente?
M - Solo persistiendo en la cuestión “¿Quién soy yo?” Aunque esta indagación sea solo una operación mental, destruye todas las operaciones mentales, incluso a sí mismo, del mismo modo como el palo con el que se enciende una pira funeraria se reduce a cenizas después de que la pira y el cadáver se han quemado. Entonces alcanzamos el conocimiento o la realización del Ser. Entonces el pensamiento del “yo” (la personalidad) se disuelve; la respiración y otras actividades vitales son refrenadas. Tanto la personalidad como la respiración (es decir, la energía vital) tienen una fuente común. Hagas lo que hagas, hazlo sin egoísmo, sin el sentimiento de que “yo estoy haciendo esto”. En este estado, incluso la esposa de uno es vista como la Madre del Universo. La verdadera devoción es el sometimiento del ego al Ser esencial.
P - ¿No hay otros métodos para hacer desaparecer la mente?
M - A excepción de la indagación, no existe otro método adecuado. Si la mente se adormece por otros medios, permanece en silencio por un tiempo, pero nuevamente salta y vuelve a su actividad anterior.
P: ¿Cuándo se someterán estos instintos, la autoconservación y otras tendencias latentes de la mente?
M - Cuanto más retiras al yo y te recoges en el Ser, más palidecen y, finalmente, te dejan.
P - ¿Es posible erradicar todas estas tendencias, que se han impregnado en nuestras mentes a través de numerosos nacimientos?
M - Nunca les des espacio a tales dudas. En cambio, quédate con la firme resolución de sumergirte en el Ser. La mente, constantemente conducida hacia la mencionada indagación, se disuelve y finalmente se integra en el Ser. Siempre que sientas alguna duda, no intentes despejarla; pero sí trata de conocer al que siente la duda.
P - ¿Cuánto tiempo se debe continuar con esta indagación?
M - Mientras haya un mínimo rastro de la tendencia mental a crear pensamientos, la indagación será necesaria. Mientras tus enemigos ocupen una ciudadela, ellos continuarán apareciendo. Si los vas aniquilando, uno a uno, a medida que van saliendo, la ciudadela será capturada por ti al final. Del mismo modo, cada vez que los pensamientos se asoman a la cabeza y aparecen, aplástalos con la referida indagación. Este proceso de aplastar todos los pensamientos en el momento que nacen se denomina sobriedad, desapego o renuncia. Por lo tanto, la indagación es necesaria hasta alcanzar en sí propio la realización del Ser. Lo que se requiere es un continuo e ininterrumpido “pensamiento” con respecto al verdadero Ser.
P - ¿No es todo este universo, con lo que ocurre allí, el resultado de la voluntad Suprema de Dios? y si es así, ¿por qué debería Él hacerlo así?
M - Dios no tiene ningún propósito. Él no está encadenado a llevar a cabo ninguna acción. Las actividades del mundo no pueden afectarlo. Aunque el sol salga sin ningún deseo, propósito o esfuerzo, aun así, inmediatamente que sale, numerosas actividades se ponen en marcha sobre la tierra: una lente que se coloque al paso de sus rayos produce fuego en su punto focal; el capullo del loto florece, el agua se evapora, y cada ser viviente entra en actividad y la mantiene hasta que finalmente se le acaba. Pero el sol no se afecta por tal actividad, ya que simplemente mantiene su naturaleza, actúa por leyes fijas, no tiene ningún propósito y es simplemente un testigo. Lo mismo pasa con Dios. Nuevamente, es como en el caso del espacio o éter. La tierra, el agua, el fuego y el aire están todos en él, allí se mueven y ocurren sus modificaciones. Sin embargo, ninguno de estos afecta al éter o espacio. Así mismo es el caso con Dios. Dios no tiene ningún deseo o propósito en sus actos de creación, mantenimiento, destrucción, retirada y salvación, a los que están sujetos los seres. A medida que los seres cosechan los frutos de sus actos de acuerdo con Sus leyes, las leyes del Karma, Causa y Efecto, etc., la responsabilidad** de tales frutos es de ellos, no de Dios. Dios no se ve afectado ni atado por ningún acto.
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* Con relación a esto, Eckhart Tolle, maestro y autor espiritual, dice: “Cuando tu conciencia se dirige hacia afuera, surgen la mente y el mundo. Cuando se dirige hacia dentro, alcanza su propia Fuente y regresa a casa, a lo No Manifestado”. - “Cuando pierdes contacto con la quietud interior (Stillness), pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo”.
** La creación es única. Es en o después de la creación del Tiempo, Causa, grupos individuales y sociales, que surge la idea de “propósito” y “responsabilidad” (una idea puramente social). No hay lógica o significado al aplicar estas ideas a lo que está más allá de la creación, es decir, a Dios. La responsabilidad implica la idea de otro. Si Dios es considerado como inmanente en todos, no hay “otro” y, por lo tanto, no tiene sentido hablar de una responsabilidad de Dios.
Texto extraído del libro SELF REALIZATION, Life and Teachings of Sri Ramana Maharshi, escrito por B. V. Narasimhaswami y en colaboración con Hernán Fandiño Mariño.
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