El texto a continuación, revisado y agregado, es un homenaje realizado por el Dr. Moacir Cunha durante el cierre del curso de Filosofía administrado por Huberto Rohden en São Paulo, Brasil, 1961.
Saber vivir es el arte que menos genios producen, de tan difícil y complicada que es. Por esta misma razón, el rango de filosofías de la vida es extenso; va desde el egocentrismo extremo simbolizado por la expresión: “después de mí, el diluvio”, hasta el misticismo extremo, definido por el pareado escrito en el pórtico de un convento de monjes trapenses en Francia que viven ajenos a las cosas del mundo exterior: “El placer de morir sin arrepentimiento, compensa el arrepentimiento de vivir sin placer”.
La fuente de los grandes males que asola al hombre es causada por la no contención de los deseos del individuo ... si quiere, quiere y quiere cada vez más, en una avaricia exacerbada, sin tener en cuenta lo que ya tiene. Una reflexión sobre esta situación de querer viene inmediatamente en beneficio propio y de los demás. Otro gran mal que requiere orientación es el hecho de que el hombre rara vez analiza las acciones de su prójimo y pasa a la crítica, perdiendo la oportunidad de aprender de los errores de otras personas. La envidia es otra grande enfermedad.
Lo más inmediato que se puede hacer, independientemente de las circunstancias, es, sobre todo, tratar de hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran, es decir, poner en práctica la ética del segundo mandamiento.
Constâncio Vigil, un famoso escritor uruguayo de literatura infantil, una vez escribió: “Nos asombra encontrar un buen ser humano y no avergonzarnos del asombro que sentimos”. Intentemos ser ese buen ser humano, ahora, cuando la humanidad está dominada por el deseo de encajar en los estrechos límites de una vida, todas las posibilidades de disfrutar de los placeres; cuando la carrera para el éxito es desenfrenada, en cualquiera de sus aspectos, obtenida a expensas del endurecimiento de los corazones.
El ser humano debe estar íntimamente convencido de los sabios consejos eclesiásticos: “Quien quiera ser rico, no aumente su riqueza, sino que disminuya su codicia”. Y aprenda que las grandes y duraderas satisfacciones provienen de pequeñas cosas que realmente no surgen para aquellos que no pueden descubrirlas y comprenderlas. Es en el inmenso mundo de las cosas más pequeñas donde se extraen las alegrías más serenas y el tema de las meditaciones más rentables.
Por lo tanto, vale la pena repetir el adagio aquí: “No encuentras lo que busca si no sabe lo que estás procurando”.
Nota:
Thomas Merton fue un monje trapense franco-estadounidense, escritor, teólogo, místico, poeta, activista social y erudito de diferentes religiones, así como un espiritualista. También fue pacifista, abogó por la justicia social y vivió una vida monástica de intensos momentos de meditación y silencio interior. Escribió varios libros sobre espiritualidad y su obra más venerada es La Montaña de los Siete Círculos.
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