Monday 28 September 2020

LAS DOS CARAS DE LA NUBE

No creas, amigo mío, en nubes totalmente oscuras. Por siniestros que parezcan desde abajo, siguen siendo luminosos desde arriba.

 

Es una cuestión de perspectiva ...

 

Cuando un día viajes a la estratosfera, verás que incluso su negrura más densa se diluye en una blancura luminosa.

 

No crea en una vida perdida.

 

No hables de derrota total.

 

La vida es tan vasta, sublime y profunda que ninguna desgracia puede arruinarla por completo.

 

Si la ignorancia o la perversidad de los hombres te cierra una puerta ... abre otra.

 

Si la infidelidad de los enemigos o la traición de los “amigos” pudieran demoler los palacios de tu opulencia ... construye una modesta choza al costado del camino.

 

Mejor una choza iluminada de sonrisas que un palacio ahogado en lágrimas ...

 

Nadie puede hacerte infeliz, excepto tú mismo.

 

Eres el único que tiene las llaves del cielo y del infierno en las manos.

 

“El reino de Dios está dentro de ti” ...

 

La felicidad no está en la periferia de tu vida, está en el centro de tu ser. No es en los nervios, la carne, la sangre, el azar o el destino donde se encuentra la verdadera bienaventuranza, sino en lo más recóndito de tu conciencia.

 

Dios te creó para la felicidad, ¿y quién puede frustrar los planes del Todopoderoso?

 

Si tu vida no es un día soleado, ¿por qué no podría ser una noche estrellada?

 

¿Por qué su felicidad no pudo ganar en profundidad lo que pudo haber perdido en la extensión?

 

¿Por qué la tenue luz de las estrellas no pudo causar en el alma la felicidad que nunca te dio la luz del sol?

 

Si no percibes el canto de los pájaros y el chisporroteo de las cigarras durante el día, ¿por qué no te acostumbras a escuchar las voces discretas con las que el silencio nocturno llena tu soledad?

 

Hay tanto misticismo en la fosforescencia de la Vía Láctea ...

 

Hay tanta sabiduría en la omisión voluntaria que emite la luz sideral ...

 

Hay tanta elocuencia en el mutismo de nebulosas distantes ...

 

Hay tantas oraciones en el susurro de la brisa nocturna ...

 

Hay tanta alma en la serenidad plateada de la luna ...

 

Hay tanta filosofía en la inmensidad del cosmos ...

 

Hay tanta bienaventuranza en la aflicción del dolor cuando se ilumina con un gran ideal ...

 

Se produce una paz profunda en medio del campo de batalla cuando el hombre comprende el motivo de la lucha y el sentido divino del sufrimiento ...

 

No importa cuán negro sea el rostro humano de las nubes de tu vida, créeme, amigo mío, que es luminoso el rostro que mira hacia las alturas de la Divinidad.

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