Aparentemente, esta solución se resume de la siguiente manera: hombre, renuncia a su Yo personal y se sumerge en el Nosotros universal, este nosotros que en su primera etapa se llama Humanidad y en la última etapa… Dios.
Sin embargo, para ser beneficiario de esta solución, es fundamental experimentar los dos primeros mandamientos: el primero, amar a Dios y el segundo, amar al prójimo. Pero en la práctica diaria, debemos partir del segundo, que es el mandamiento de la ética para lograr el primero, que es el mandamiento de la mística. Cuando se logra la mística, la ética difícil y obligatoria se vuelve fácil y espontánea, y luego se resuelve el último problema de la vida humana.
Para lograr este objetivo, el hombre debe prestar atención a lo siguiente:
--- No exija nada - ¡esté siempre preparado para cualquier cosa!
--- No pidas derechos, ¡cumple solo obligaciones!
--- No se juzgue a sí mismo como el acreedor de alguien - ¡considérese deudor de todos!
--- No disfrutes perdonando ofensas - ¡ignóralas!
--- No busques recibir y ser servido - ¡da y sirve donde puedas!
--- ¡Mantén en tu interior un ambiente de serena tranquilidad que resulta ser una dulce benevolencia para todas las criaturas de Dios!
--- ¡Realiza con perfección y ama todas tus tareas sin esperar reconocimiento, aplauso, gratitud ni resultados visibles!
Al hacerlo, tu ego adámico seguramente protestará, indignado, afirmando que tu vida es absurda y que eres un tonto; porque ¿cómo pudiste renunciar al mayor triunfo de miles y millones de años de evolución, que es tu ego? ¿Qué valor tendría tu vida sin los encantos del ego que se nutre de elogios, aplausos y resultados tangibles de tus tareas?
Pero no olvide mi querido amigo que esta protesta es la protesta de un ciego o miope. Tu ego es incapaz de darse cuenta de que esta “renuncia” no es una pérdida sino una ganancia; de hecho, das 10 para recibir 100. El ego, debido a su insignificancia, no se da cuenta de que 10 está contenido en 100, ¡y este 100 es una ambición gloriosa del 10!
El Yo esencial divino y crístico que hay en ti conoce esas matemáticas cósmicas, que el ego humano ignora. Por lo tanto, este Yo debe permanecer firme durante todas las protestas, porque el ego es un beneficiario cuando está gobernado por el Yo, y al hacerlo, gana en lugar de perder.
--- ¡Es lo maravilloso, muere y conviértete en “Stirb und werde!” según Goethe.
--- Es el glorioso “Si el grano de trigo no muere ...”, de Jesús.
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