Este es uno de los libros más leídos escrito por Huberto Rohden (1893-1981), filósofo, educador, teólogo, erudito y políglota brasileño, publicado por primera vez en 1972.
Se han vendido decenas de miles de ejemplares y la obra sigue despertando gran interés entre los lectores de lengua portuguesa. Esta edición es el primer intento de presentar e invitar a los lectores de habla española a conocer un poco más sobre esta figura humana iluminada que revolucionó las ciencias del siglo XX.
Uno de los factores positivos de este interés es el hecho de que Rohden experimentó cierta convivencia con Einstein durante 1945 y 1946 en la Universidad de Princeton, EE.UU. Así, en el libro, Rohden aborda uno de los aspectos más intrigantes de la personalidad del científico: la intuición cósmica y los procesos utilizados para revelar sus revolucionarias leyes del Universo.
El libro presenta un enfoque filosófico-místico de la vida y los procesos creativos de Einstein más que científico. De hecho, se han escrito innumerables páginas sobre su personalidad y estudios -de este brillante visionario, místico-científico, humanista, universal, matemático, físico, figura pública, político, pacifista, antimilitarista, filósofo, profundamente religioso y musico talentoso- y casi todos de su perfil hasta el día de hoy, ya que recientemente se hicieron públicos más cartas, recuerdos y testimonios de quienes convivieron con él.
Aquí, el científico y el filósofo armonizan. El resultado de este esfuerzo colectivo e interacción es una visión humanista del mundo, pues Rohden tenía una profunda identificación filosófica con Einstein, y sabía muy bien cómo comprender la intuición del científico.
La particularidad de este libro es que Rohden se preocupó por presentar un perfil de la creatividad del gran genio. Es decir, mostrar el paralelismo entre la cosmovisión de Einstein y la Filosofía Universal, cuyos fundamentos filosóficos fueron elaborados cuando Rohden estudiaba en Princeton.
El hombre talentoso no es más que el resultado de la manifestación de su ego. El hombre de genio es el hombre invadido por el alma del Universo. Y también lo era Einstein... el Cosmo-pensado, y no una más de las tantas figuras humanas que han deambulado por la Tierra, ¡sino un genio brillante, místico, infinito, eterno!
El lector descubrirá en este libro la extraña afinidad entre Matemáticas, Metafísica, Mística, Medicina, Música. Conocerá cómo la Unidad Infinita y eterna impregna la finitud efímera revelada en el hombre.
Es una ilusión casi universal de millones de lectores que la grandeza de Einstein consiste únicamente en la Teoría de la Relatividad o en sus afirmaciones sobre las propiedades de la luz; así como es un mito pensar que Einstein fue un estudiante mediocre durante su etapa como estudiante en el Luitpold Gymnasium de Munich. En verdad, los últimos archivos hechos públicos de sus resultados escolares arrojan excelentes resultados, incluso en latín y griego, ya que, desde pequeño, cuando le ofrecían una brújula, le intrigaba querer saber por qué las flechas apuntaban siempre a la misma dirección, en cualquier dirección que movió la brújula.
El verdadero genio de Einstein no tiene nada que ver con esto; su genio radica en el hecho de que ha superado las barreras del análisis intelectual y ha entrado en la zona de la intuición racional. En física, puede haber talentos analíticos. Aun así, hay genios intuitivos en matemáticas, por lo que se invita a los lectores a profundizar en la inmensa diferencia entre el talento analítico del ego mental y el genio intuitivo del Yo racional. 1
En esta misma área está la grandeza de todos los genios, entre muchos otros, Mahatma Gandhi, Mozart, Albert Schweitzer e incluso Viktor Frankl, quien explícitamente dice en su libro “El Hombre en Busca de Sentido” que él, a pesar de ser un especialista en neurología y psicoterapia, no practicaba la Logoterapia (que es curar a través de la suma de emanaciones mentales, emocionales y espirituales en los seres humanos) por su talento analítico, sino que todo su poder radica en la afirmación del poder invencible del espíritu. Es en esta afirmación de la omnipotencia del espíritu (Logos) donde reside la grandeza y el genio de Frankl.
Einstein era un amante de la buena música y, cuando escuchaba o tocaba a Mozart, dijo una vez que: “La música de Mozart es tan pura y hermosa, que yo la veo como un reflejo de la belleza interior del Universo mismo”, haciendo de esa reflexión, un perfil exacto de donde procedían sus pensamientos.
Cualquiera que haya leído y comprendido los libros de Einstein “Mein Weltbild” y “Aus Meinen Spaeten Jahren”, en los que Rohden basó su libro y su convivencia con el científico, sabe que ninguna interpretación de la Teoría de la Relatividad o de la velocidad de la luz alcanza la magnitud de Einstein. Son tormentas en una taza de té.
De hecho, Einstein nunca tuvo la intención de afirmar que la Teoría de la Relatividad fuera verificable analíticamente, pero siempre afirmó que era intuitivamente correcta. La certeza intuitiva es anterior a cualquier prueba analítica, ni puede probarse. El error de ciertos científicos está en atribuir a Einstein una verdad analítica de la relatividad en lugar de una certeza intuitiva. Sucede que estos científicos se graduaron en la mayoría de las Universidades cuya base es el análisis, por lo que no es de extrañar que ignoren radicalmente lo que Einstein entiende por certeza intuitiva, independientemente de cualquier análisis científico.
En la famosa frase “Pienso 99 veces y no descubro la verdad; dejo de pensar y me sumerjo en un gran silencio – y he aquí, la verdad se me revela”, Einstein no hace depender la certeza de ser un ego pensante 99 veces, sino de la única vez de ser Cosmo-pensado. ¡Pero esa declaración debe ser un círculo cuadrado para muchos!
Quien no haya salido nunca de la horizontal del análisis intelectual no puede imaginar lo que es la vertical de la intuición racional.
Hacia el final de su vida, un año antes de su muerte, Einstein declaró explícitamente: “No existe un camino lógico para el descubrimiento de las leyes elementales; el único camino es el de la intuición”.
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1)– En la esfera del genio intuitivo, se puede considerar al famoso matemático hindú, Srinivasa Ramanujan, quien, a pesar de tener poca formación formal en matemáticas puras, hizo inmensas contribuciones a esta ciencia y atribuyó sus habilidades e intuición a su diosa Namagiri Thayar afirmando que: “Una ecuación para mí no tiene sentido a menos que exprese el pensamiento de Dios”.
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