Tuesday 5 October 2021

EL MENSAJE DE JESÚS SEGÚN TOMÁS

“Si no veo la marca de los clavos en sus manos, en su pecho la herida de la lanza, no creeré nada”, y esta duda marca el breve pasaje del Apóstol Tomás en los Evangelios. Exigió pruebas empírico-analíticas; quería actuar como el ciego que, a veces, se engaña menos que los que ven. Y así, lo convirtió en uno de los hombres famosos de todos los tiempos, incluso en la anécdota popular, el proverbial “ver para creer” es sinónimo de Thomas.

Cuando Jesús regresó al cenáculo, buscó a Tomás. Había venido por él, porque tenía un amor por él más importante que todas las negaciones. Lo llama y le dice: “Trae aquí tu dedo y mira mis manos; ven con tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino ten fe”.

Aturdido, se postra a los pies de Jesús y grita: "Señor mío y Dios mío".

Con estas palabras, a modo de saludo, Thomas confiesa su derrota; derrota más hermosa que cualquier victoria.

Han pasado, pues, más de dos milenios desde esta escena.

En 1945, en un antiguo cementerio de Nag Hammadi, en el Alto Egipto, se encontraron unas vasijas de barro con manuscritos en caracteres coptos. Algunos de estos papiros encuadernados en cuero fueron utilizados por los campesinos para encender fuego; parte de ellos se vendió y acabó en el Museo Copto de El Cairo, donde se guardaron durante 11 años, sin que nadie le diera mayor importancia.

Según los estudiosos, estos manuscritos colocaron a Thomas en el centro de la escena del cristianismo, tal vez como una luz para iluminar la oscuridad donde se encuentra la humanidad, para ablandar sus corazones.

Este texto sería el QUINTO EVANGELIO, es decir, copias del original que data del siglo II de la Era Cristiana, tan insistentemente referido por la tradición oral. Sin embargo, este evangelio no se ocupa de la vida histórica de Jesús. Hay 114 frases profundamente metafísicas, que se abren con la declaración: “Estas son las palabras secretas de Jesús, el Viviente, que fueron escritas por Tomás, también llamado Didymos”.

La palabra aramea "Thomas" significa "gemelo" en griego "Didymos".

Las "palabras secretas" son enseñanzas esotéricas pronunciadas por Jesús, no a las masas, sino a una élite elegida de sus discípulos capaces de comprender el significado místico de ciertas verdades profundas. Los otros evangelios también dicen que Jesús dijo a sus discípulos: “A ustedes es concedido comprender los misterios del Reino de Dios, mientras yo hablo al pueblo sólo en parábolas”. Tomás se limita a mencionar ciertas palabras de Jesús sobre los “misterios del Reino”, que desafían la intuición espiritual más que el análisis intelectual. Algunos de estos aforismos son muy paradójicos, recordando a veces el lenguaje de Lao-Tse, en su Tao Te King, justificando la conocida frase probablemente atribuida a Tertuliano: “Credo, quia absurdum”, es decir, creo porque es absurdo.

En su evangelio, parece estar más interesado en la verticalidad enigmática del Cristo cósmico que en la horizontalidad popular del Jesús humano. Desafortunadamente, los cuatro evangelios conocidos ignoran casi por completo a Tomás. El cristianismo sólo lo conoce por la incredulidad con la que se enfrentó a los otros discípulos cuando le hablaron de Jesús revivido, exigiendo y obteniendo pruebas empíricas de su resurrección física.

El descubrimiento del Evangelio de Tomás fue un acontecimiento providencial y oportuno, ya que proclama la necesidad del autoconocimiento, que es el fundamento de la autorrealización humana o de la auto redención.

Los teólogos antiguos hablan de la salvación en el sentido de la salvación que viene fuera del hombre. Sin embargo, estas teologías están en declive, mientras que la auto redención del Evangelio de Tomás está en un ascenso glorioso. Los cuatro Evangelios, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan, también proclaman la verdad de la auto redención a través de la conciencia y la experiencia del Cristo interior, la redención a través del misticismo y la ética.

Pero, dado el estado espiritual primitivo de la humanidad, las teologías han dado extrema importancia a diferentes tipos de redenciones por factores externos:

1) - Redención a través de fórmulas y objetos sagrados,

2) - Redención por la sangre de un hombre inocente.

Esta ideología pagana-judía de redención por estos factores está siendo superada a medida que la élite espiritual de la cristiandad está despertando a la verdad central del mensaje de Jesús: la redención del hombre por el Dios inmanente, por el Cristo interno en cada alma, por el Yo esencial y divino del hombre.

En el Evangelio de Jesús, sólo hay redención a través de la mística del primero y más significativo de todos los mandamientos, revelada por la ética del segundo. Mandamientos en los que se basan toda la ley y los profetas, quintaesencia del cristianismo. La redención está en la conciencia de la paternidad única de Dios manifestada en la experiencia de la fraternidad universal de los hombres.

Las élites espirituales de la cristiandad de hoy están redescubriendo este tesoro escondido del mensaje de Jesús, proclamando su autonomía cristiana sobre todas las tiranías de las circunstancias externas que retrasan la evolución humana.

En su Evangelio, Tomás no se cansa de subrayar esta auto redención del hombre al despertar al Dios inmanente. Las creencias teológicas de los hombres están dando paso a la experiencia de Cristo. Una vez incrédulo entre los creyentes, se revela hoy pionero entre los conocedores a los ignorantes deseosos de comprender el misterio de Dios en el hombre.

En este evangelio, no hay el menor indicio de jerarquía eclesiástica o hegemonía clerical. El cristianismo primitivo era una hermandad espiritual, una forma de verdadera democracia, no una monocracia jerárquica. No hay ningún privilegio dado a ninguno de los discípulos, ni siquiera a Pedro; al contrario, Simón Pedro aparece en una situación muy embarazosa, como un espíritu mezquino, especialmente en el último capítulo 114, donde revela una postura antifeminista. Una postura criticada por Jesús, que siempre tuvo mujeres leales en su compañía.

En el Evangelio de Tomás, no hay ninguna referencia a la transubstanciación o al poder de perdonar los pecados conferidos por Jesús a sus discípulos. Todo está destinado únicamente a despertar la fuerza espiritual en el hombre.

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