Ningún hombre es al final de su evolución lo que ya no era, virtualmente, al comienzo del proceso de su metamorfosis. Cuanto mayor sea el destino del hombre, más fiel debe ser a sí mismo y más firmemente mantiene la razón en su personalidad, independientemente de todas las agresiones y posibles transformaciones del entorno que puedan alterar el fin de su peregrinaje, que primero pasa por el proceso de autoconocimiento y la autorrealización final.
El Yo del hombre mediocre es como la arcilla; el Yo del hombre refinado es como el cristal. La arcilla no tiene una forma definida, asumiendo todas las formas del entorno en el que se encuentra, y todas las modalidades del contenedor. Sin embargo, el cristal, incluso antes de aparecer en su forma geométrica, ya es lo que será: con caras, bordes y color estrictamente circunscritos. Es decir, el cuerpo futuro del cristal ya está predeterminado por el alma presente en sus átomos. Cada átomo de arcilla es arcilla y, por esa misma razón, un ser amorfo e indefinido, sin carácter, sin alma, sin “personalidad”, mientras que cada átomo del futuro cristal ya preexistente tiene carácter, forma, alma, “personalidad”. La sustancia arcillosa es susceptible a cualquier adulteración, mientras que la sustancia cristalina es de absoluta fidelidad consigo misma.
Todo hombre mediocre es como la arcilla - todo hombre refinado es como el cristal.
Ese es un individuo simple, esta, una personalidad poderosa.
El mayor servicio que el hombre refinado puede prestar a la humanidad es tener el coraje de ser explícitamente lo que es implícitamente, a pesar de que esta lealtad al Yo es casi siempre un estorbo para el mundo en el que vive, porque este hombre es inevitablemente un revolucionario, una excepción a la regla, una anomalía, y el mundo de las mediocridades dominantes no tolera tal lesión en su rutina tradicional. El hombre refinado no se adapta a estos clichés, no rompe sus propios bordes cristalinos por el bien de la arcilla moldeable; no redondea sus caras; no manipula su Yo - frente a tantos crímenes cometidos por una sociedad de hombres-arcilla ...
El hombre-cristal difícilmente puede ser un legítimo adorno de la sociedad, porque no tiene la habilidad de entretener, durante mucho tiempo, a un grupo de hombres-arcilla en un salón de distinguidas damas y caballeros elegantes. Sus bordes difieren de las banalidades convencionales. Su carácter rectilíneo no se ajusta a las hipocresías y halagos curvilíneos sin los cuales la sociedad de estos hombres mediocres no subsiste.
Sin embargo, este hombre-cristal, un terrible estorbo para la sociedad, es la gran base con la habilidad de apoyar y construir, en el mundo del caos, un mundo de armonía.
El hombre-cristal más grande que apareció en la tierra fue por los hombres de arcilla declarado hereje, revolucionario, peligroso e inadecuado. ¡Fuera con él! ¡crucifícalo! Y todo esto era muy real, muy cierto. Nunca ha habido un mayor “hereje”, ni un espíritu más revolucionario, ni un hombre más inadecuado para las convenciones sociales mentirosas que este hombre.
Y desde ese día, el camino de los hombres-cristal siempre está lleno de obstáculos, de horcas y quemados en la hoguera, de prisiones y cruces ...
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