Thursday 4 November 2021

LA APOCATÁSTASIS DE ORIGEN Y EL DRAMA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA

Vivió en Alejandría, una antigua ciudad ubicada en la costa mediterránea del centro-norte de Egipto, en la primera mitad del siglo III, el gran filósofo neoplatónico, uno de los más destacados eruditos, ascetas y teólogos cristianos, Orígenes de Alejandría, también conocido como Orígenes Adamantius, quien escribió una obra monumental titulada Apocatástasis, que puede traducirse como conciliación, reconstitución o restitución o síntesis.

En este trabajo, Orígenes afirmó que la evolución de todas las criaturas humanas está condicionada por factores positivos y negativos. El factor positivo está históricamente representado por Cristo y el negativo por el Anticristo. Estos factores evolutivos, aparentemente contrarios, tienen una función complementaria hacia una síntesis armoniosa, una evolución superior.

El libro Apocatástasis, con un solo manuscrito, fue quemado por orden de la jerarquía eclesiástica de la época, y Orígenes fue destituido del cargo de maestro de los catecúmenos (candidatos al cristianismo) y neófitos (los recién convertidos al cristianismo). Y con eso, se retiró pacíficamente a Palestina, donde continuó viviendo como filósofo y místico cristiano.

Nada se podría saber sobre su contenido si no fuera por unas notas escritas por sus discípulos sobre las enseñanzas del maestro, que se han conservado hasta el día de hoy.

Según la jerarquía eclesiástica de ese tiempo y la teología hasta el día de hoy, Cristo y el Anticristo son irreconciliables; el Anticristo debe ser destruido para que Cristo pueda triunfar. Orígenes, sin embargo, como pensador lógico y profundo, defiende la bipolaridad, tanto del macrocosmos sideral como del microcosmos hominal. Su pensamiento es lo que hoy se puede llamar Filosofía Universal, es decir, el Yo humano que necesita su ego para evolucionar; que la Esencia debe impregnar toda Existencia, provocando la convergencia hacia la gran síntesis del hombre integral. En su parte existencial, el Universo está en permanente evolución fluida; es un proceso dinámico más que un estado estático.

Así, el hombre también participa de esta bipolaridad para su evolución, necesitando tanto lo positivo como lo negativo, la síntesis de Cristo y la antítesis del Anticristo, pros y contras.

Orígenes sabía que el aliento de Dios en Génesis y el silbido de la serpiente son los dos factores espirituales y mentales del hombre en evolución. La perfección o autorrealización del hombre no consiste en afirmar su Cristo (Yo) y negar su Anticristo (ego), sino en establecer una perfecta armonía y equilibrio entre estos dos factores de su naturaleza evolutiva, como una especie de sinfonía inconclusa.

La armonía del Universo entero consiste en el equilibrio entre las fuerzas centrípeta y centrífuga del Cosmos. Estas fuerzas no se pueden neutralizar porque esta armonía es necesaria ya que consiste en una síntesis complementaria entre estas dos antítesis en lucha.

En el macrocosmos sideral, estas dos fuerzas se equilibran automáticamente. Sin embargo, el libre albedrío debe establecer el equilibrio armonioso entre el Yo y el ego en el microcosmos humano, entre Cristo y el Anticristo.

Enseñar tal verdad en un entorno primitivo como el del siglo III, e incluso en el siglo XXI actual, es una temeridad. Las grandes verdades son alimento para los espiritualmente adultos, pero pueden ser veneno para los espiritualmente inmaduros, como bien advirtió Pablo de Tarso en el siglo primero a los cristianos de Corinto: “Os di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podíais recibirlo. En verdad, ni aun ahora podéis.”

Orígenes quiso ofrecer comida sólida a los inmaduros de su tiempo, a los catecúmenos y neófitos de Alejandría, al parecer. Por eso, la jerarquía eclesiástica tomó la defensa de los espiritualmente inmaduros, quemando la monumental obra de Orígenes. Incluso hoy, a los niños del catecismo y de la escuela dominical se les debe decir que Cristo debe existir y el Anticristo debe morir.

Sin embargo, todos los maestros espirituales de la humanidad enfatizan, casi unilateralmente, el polo positivo del Yo y luchan contra el polo negativo del ego.

¿Por qué?

Porque, en la evolución de la humanidad, el polo negativo y periférico del ego se desarrolla primero y amenaza con impedir el despertar del polo positivo del Yo. La conciencia del ego es una herencia, un don de cuna, que los teólogos denominan pecado original, atribuyéndolo a Adán, de quien la humanidad habría heredado, y hasta estos días no se sabe bajo qué lógica y justicia se le atribuye.

La conquista del factor espiritualidad (de la racionalidad) en el hombre es un deber de conciencia que el hombre se resiste a aceptar, pues se tiene la impresión de que su intelectualidad debe ser más antigua y estar primero.

Dado que, como dice la filosofía oriental, el ego es el peor enemigo del Yo, este ego hace todo lo posible para evitar su despertar, que es la razón, el Logos, el espíritu.

Es pura ilusión de los teólogos que el bautismo pueda anular el llamado pecado original. El único factor capaz de vencer al ego pecaminoso es el Yo redentor si puede prevalecer contra el ego. Juan el Bautista dijo sabiamente: “Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el fuego del Espíritu Santo”, refiriéndose al despertar del Yo crístico en el hombre.

Dado esto, todos los maestros espirituales enfatizan la necesidad del Yo espiritual y reprimen el dominio del ego mental, lo cual es perfectamente aceptable frente a la humanidad en evolución.

El Cristo Jesús siempre ordenó al Anticristo que permaneciera en la retaguardia como un sirviente dócil y no lo toleraría al frente como un señor arrogante, pero nunca lo anuló ni lo expulsó.

El libro de Orígenes es más crístico que cristiano si con esa palabra se entiende la teología clerical dominante. Orígenes lo escribió para la humanidad futura.

No comments:

Post a Comment