Friday 21 May 2021

RENUNCIA TODO - ORA SIEMPRE

Todo en el Universo evoluciona.

Los seres vivos de menor conciencia son vehículos a través de los cuales la vida fluye hacia otros seres vivos de mayor conciencia, pues la expansión de la conciencia es la base de la evolución y de la Vida misma.

 

En los minerales, la conciencia es limitada y se manifiesta solo a través de la cohesión y la repulsión. Entre los vegetales hay un mayor grado de libertad que se llama: tropismo. En los animales hay un instinto, y en los superiores se manifiestan los primeros vestigios de una nueva dimensión: la facultad de la inteligencia.

 

Desde el momento en que el ser vivo se vuelve intelectual, consciente de sí mismo, comienza su problema existencial. Porque, expulsado del Edén de su inconsciencia, se encontró a sí mismo en el nivel de una semi consciencia en busca de una conciencia plena, aunque distante.

 

Y aquí radica la feliz tragedia del hombre.

 

Anhela ser lo que todavía no es dinámicamente, pero lo que potencialmente siente que es, y que representa su inquietud metafísica que sólo terminará con la expansión plena de su conciencia.

 

Cuando el hombre hace coincidir su conciencia individual con la conciencia universal o cósmica, es cuando habrá realizado su destino en sí mismo, y una de las formas de alcanzar ese objetivo es a través de la práctica de la renuncia y la oración.

 

Los grandes iniciados en lo espiritual insisten en estas dos premisas para que el hombre se realice plenamente: renunciar y orar.

 

Sin embargo, pocos saben lo que es renunciar y orar.

 

Renunciar no se refiere necesariamente al abandono de los bienes materiales, sino al desapego de un estado mental, de pensar y de querer irreal. Lo que hace imposible la autorrealización del hombre es su identificación con su ego. Quien no abandona este apego al ego, no puede sentirse satisfecho en espíritu y en verdad.

 

El hombre-ego es el hombre-Yo, pero en la etapa embrionaria, en formación, potencial.

 

El hombre-Yo es fundamentalmente el hombre-ego mismo, pero en un estado avanzado, completamente maduro, dinámico.

 

Cuando el hombre se desprende de pensar y querer, hace que el desapego del acto de poseer sea fácil y espontáneo. La renuncia a los bienes materiales es sólo un corolario, una consecuencia de la renuncia a una ilusión mental, un pensamiento falso y una voluntad falsa.

 

El alma de la renuncia es el desapego de la identificación tradicional con el ego físico-mental-emocional. Una vez que un hombre ha renunciado a su tener mental-emocional, es fácil renunciar a su tener material.

 

Puede ser que la renuncia material no sea necesaria o aconsejable, pero la renuncia mental-emocional es siempre indispensable.

 

Una palabra igualmente mal entendida es “orar”, que muchos identifican con rezar. Rezar es un acto pasajero del ego; orar es una actitud permanente del Yo mismo. Orar es una apertura del alma al Infinito, a la Realidad, al Alma del Universo, que es la Divinidad misma.

 

La actitud cósmica llamada orar, es perfectamente compatible con cualquier trabajo profesional, con cualquier actividad del ego. Lo verdadero orar no obstaculiza el trabajo, pero lo beneficia enormemente. Quien trabaja a la luz de la oración lo hace con mayor alegría, simpatía y ligereza, pues esta actitud tiene un halo de poesía y belleza en cualquier obra, por humilde que sea.

 

Poco a poco, el hombre de oración y renuncia permanente descubre que estos dos imperativos formulados por Jesús no son dos, sino uno. El hombre que se mantiene en vibración cósmica encuentra que esta actitud de conciencia de no tener la voluntad de tener algo, sino de ser alguien, ha descubierto que todo lo objetivo es pura ilusión, y solo el alguien subjetivo es la verdad. Ser alguien eclipsa el tener algo.

 

La experiencia del autoconocimiento anula todo deseo de poseer.

 

La verdad del Yo anula todas las ilusiones del ego.

 

Renunciar a todo y orar son siempre esencialmente idénticos.

 

Por eso, el hombre en constante oración y renuncia no se considera virtuoso; solo sabe que la verdad lo ha liberado de las ilusiones, por lo que es un hombre profundamente pacífico y feliz.

 

Inquieto e infeliz es todo hombre mientras quiera tener algo; pacífico y feliz es todo hombre que es alguien.

 

“El que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo”.

 

“Ora siempre y nunca dejes de orar”.

 

Renunciar a todo es orar siempre.

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