Saturday, 11 September 2021

AMOR - EL REGRESO A LO UNIVERSAL

En cualquier tipo de amor, hay un elemento misterioso de “retorno a lo Universal”, que es el océano creativo de la vida; el amor es creativo por su propia naturaleza: es Eros, no solo libido. Y en este “amor creativo” reside el secreto de la alegría que acompaña siempre a la vida. La vida, en plenitud, es alegría exuberante.

Lo que ocurre en el plano del amor erótico, que apunta a la inmortalidad de la especie, también ocurre, y mucho más intensamente, en el plano de la mística, que produce la inmortalidad del individuo.

La mística es lo erótico del espíritu, al igual que lo erótico es la mística de la carne.

Lo Universal es el Todo Cósmico, por lo que el regreso a lo Universal, ya sea en lo erótico o en la mística, es algo así como embriaguez, éxtasis, muerte del ego consciente y el nacimiento del Yo todo consciente.

Lo que la erótica intenta y logra por un momento, la mística lo logra permanentemente. Las nupcias místicas del alma con Dios son el regreso del individuo a lo Universal, parcialmente consciente y alcanzando el gran todo Universal, y esto es una dicha indescriptible ...

Existe una estrecha afinidad entre el egoísmo y la separación, por un lado, y el amor y la identificación, por el otro. Cuando el amante alcanza el clímax del amor, ya no quiere existir como vida individual; quiere ser una vida universal. Quien no quiere morir no ama. No hay amor sin muerte. El error de los amantes es que confunden la muerte física con la muerte metafísica. Vagamente sienten que la deseada fusión de ambos está sellada por la barrera de los cuerpos, y si esta barrera cayera, se abriría el camino para la fusión completa de los amantes entre sí.

La fusión, por supuesto, debe tener lugar, pero no de esta manera.

En el campo de la mística, esta muerte también ocurre, no en forma de muerte física, sino en forma de eutanasia metafísica o mística. El verdadero místico sabe y siente que la máscara separatista de su ego impide realizar esta fusión del alma amorosa con el Dios amado, tan bellamente descrita por el romance erótico-místico del Cantar de los Cantares, supuestamente de Salomón hijo del Rey David.

Por tanto, el místico es el antiegoísta y antiseparatista más radical. Sin embargo, busca matar el ego, y encuentra en el Sermón de la Montaña el veneno más violento para el plan; bebe ávidamente este veneno mortal de las “Ocho Bienaventuranzas”, este documento supremo de la liberación mística del ego, y entra en la borrachera indescriptible de su unión con Dios ...

Cuando, entonces, un místico retorna entre los hombres, los ecos de su experiencia con Dios nunca morirán en el alma; esta experiencia envuelve la vida con un halo de sacralidad e impregna de poesía todas las cosas profanas de la existencia terrena ...

La experiencia mística es la alquimia suprema que sobreestima todos los valores.

El hombre que, por la experiencia del amor, ha vuelto a lo Universal, se vuelve intensamente individual por la caridad del servicio espontáneo al prójimo. Y comprende lo que estas palabras significan: “Solo a Dios adorarán y le servirán” ...

El servicio que este hombre brinda a sus semejantes es un desborde irresistible de la adoración que rinde a Dios. Para él, adorar y servir no son dos cosas diferentes, es lo mismo visto desde diferentes ángulos ...

Adorar, orar, actuar: la acción está contenida en la oración y está en la adoración. El hombre, de experiencia mística, es un hombre de acción, porque es un hombre de oración y un hombre de culto. Pero estas tres actividades no son tres, ni están yuxtapuestas, son las mismas vistas desde muchas perspectivas.

Es el nacimiento del hombre cósmico ...

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