Los seres humanos de hoy están viviendo uno de los períodos más peligrosos de su existencia: están tratando de fabricar una cultura estandarizada, prefabricada y hecha a medida. Una cultura de nivelación de personalidad, lavado de cerebro y fácil de ofrecer como píldoras, de rápida aceptación y digestión de todo lo que una pantalla a color tiene para ofrecer.
Como la gran mayoría vive anestesiada por la propaganda, casi sin espíritu crítico, todo es aceptado, todo se adapta a todo y lo que es mucho peor, se están ajustando a esta condición. ¡Y así, el sistema prevalece produciendo robots humanos!
En el orden social, que “todos son iguales ante la ley”, es una premisa correcta. Sin embargo, en el orden individual, no hay dos personas iguales. La naturaleza no es una democracia sino una jerarquía cósmica.
De acuerdo con nuestra pseudocultura estandarizada, ya nadie tiene derecho a ser él mismo, debe convertirse en quienes son los demás. La idolatría del vacío deslumbrante ha culminado con una popularidad tan profana, como en las revistas de moda, el chisme y el sensacionalismo, la televisión, la música a todo volumen, de las celebridades actuales en las artes, los deportes, las redes sociales, etc. y convertirse en una figura amorfa en medio de la masa amorfa que vive el vacío de una vida muy ajetreada.
Después de falsificar y modificar prácticamente todo lo que se elabora, incluidos alimentos, frutas, verduras y cereales, los de origen animal y las medicinas, el hombre falsificó su propio tema, sustituyendo su criterio personal por el cliché de la opinión pública. Los que no están de acuerdo y se rebelan contra la infalibilidad del Papa o de los libros sagrados --por ejemplo-- quienes dicen ser no creyentes creen ciegamente en la infalibilidad de su periódico, la radio, las fake news y su credo está marcado por la histeria y publicidad comercial luminosa. Compra lo que dicen los publicistas que compran porque el hombre no es el que piensa, es pensado por los demás ... Particularmente entre los niños, inocentes vulnerables, cuyas personalidades en formación, son insultadas por este tipo de violencia.
--- ¡Está prohibido pensar!
--- ¡Está prohibido ser alguien!
--- ¡Está prohibido decir lo que otros no dicen!
--- ¡Está prohibido hacer lo que el vecino no hace!
--- ¡Está prohibido caminar por nuevos caminos!
--- ¡Está prohibido abrir puertas cerradas!
--- ¡Está prohibido no ser políticamente correcto!
--- ¡Está prohibido escalar el Himalaya en busca de un nuevo horizonte!
--- Pero ... ¡no está prohibido arrastrarse por las áridas llanuras de la mediocridad!
Este es el retrato de un hombre moderno, que canta himnos a la libertad, a la sombra de sus grilletes y prisiones ... porque la mayoría de ellos se han convertido en una caricatura repugnante de lo que, en su esencia íntima, ¡el hombre no es!
La personalidad, mientras la acción personal, los intereses, el patrón de comportamiento, las respuestas emocionales, el rol social, ¡todo se ha convertido en un tabú! ... Ya no somos una personalidad individual, sino marionetas.
Otros, deseando ser ellos mismos, caen en un exotismo no menos ridículo. Se adornan por fuera con todo tipo de accesorios y tatuajes, sintiéndose libres por fuera, pero vacíos por dentro, y no consiguen dar contenido creativo a su libertad. Están libres de algo, y no saben para qué son libres. Para ellos, la libertad es un fin, no un medio para algo más grande, y su libertad termina en el libertinaje ...
¡Que nuestros sufrimientos, creados por nosotros mismos, sean el preludio de nuestra redención!
Sin embargo, esta redención no proviene de agentes externos, de terceros, ni de las periferias de nuestro tiránico ego humano; la redención viene del centro de nuestro Yo esencial y divino, porque se manifiesta silenciosa, misteriosa e incluso invisible a los ojos ... Esta verdadera redención es en su esencia de carácter espiritual ...
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