Thursday, 9 September 2021

TOLERANCIA O COMPRENSIÓN

Decir que uno es tolerante ante otras religiones o filosofías no es un elogio, es censura.

El hombre puede ser tolerante:

1) o por absoluta indiferencia ante la existencia de un mundo superior;

2) o despreciando las ideas de los demás.

Pero cuando el hombre comprende la Verdad Universal, deja de ser simplemente tolerante; sabe que la Verdad es una, pero que muchos son los caminos que conducen a esta meta final, así como muchos son los afluentes, de aguas límpidas o turbias, que se arrojan a ríos que se hunden en la inmensidad del océano; comprende que todo hombre debe seguir el camino adaptado a su personalidad y carácter peculiar. Sabe que algunos de sus compañeros de viaje están en 10 de latitud, otros en 20, otros en 50 de las carreteras.

Y yo mismo, ¿en qué momento estoy? ¿En latitud 20, 70, 90? Dondequiera que esté, hay muchos peregrinos detrás y muchos frente a mí. Por eso, no sólo “tolero” a mis compañeros hacia el Infinito, sino que también los comprendo y apruebo; Sé que están conmigo mirando en la misma dirección. Incluso si algunos de ellos siguen zigzagueando, inseguros, a derecha o izquierda, ¿qué importa? El error también está aliado con la verdad; un día, ellos también entrarán en línea recta y comenzarán su ascensión. Lo que puedo hacer por ellos es ir derecho y ser tan bueno y feliz para que ellos también tengan el deseo de seguir el mismo camino.

Ser tolerante con otras religiones e ideologías parece un gran cumplido para muchas personas, cuando en realidad es una postura muy reprobable, aunque mejor que la intolerancia. Lo que muchos entienden por “ser tolerantes” es esto: estoy con la verdad, estás en un error; pero como soy una persona buena y pacífica, tolero generosamente tus errores, y con eso soy tolerante.

Este tipo de tolerancia es, de hecho, orgullo e hipocresía; es una manifestación evidente del ego que exige atención para sí mismo.

Pero cuando uno comprende que cada individuo tiene su propio camino peculiar hacia la verdad, y que cada uno tiene el derecho y el deber de seguir el camino que mejor se adapte a su naturaleza individual, entonces uno no desprecia ni “tolera” a los compañeros de viaje que pisan otros caminos; pues su amplia visión dice que los compañeros de un mismo ideal son amigos y colaboradores, así como los diversos colores de un prisma son manifestaciones de la única luz incolora, y que ninguno de los colores tiene derecho a despreciar a los demás por estar equivocados; rojo, verde, azul, etc. son todos efectos complementarios de la causa única de la luz incolora, y no ve este fenómeno como “tolerancia” de un color a otro.

La complementariedad no es hostilidad. La armonía del universo exige variedad en la unidad.

Donde hay una verdadera comprensión de la verdad, tanto la intolerancia como la tolerancia dejan de existir.

¿Debería la rosa tolerar el clavel? ¿Debería el rubí tolerar la esmeralda? ¿El cóndor tiene que tolerar al canario? ...

La actitud más sabia hacia las diferencias entre los seres humanos es la de aceptación, aceptar a las personas como son, la aceptación es el cielo; el rechazo es el infierno.

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En este contexto, las palabras entender y comprender tienen distintas particularidades:

Por entender se tiene una idea del universo de los hechos, de las realidades, de las circunstancias, etc., mientras que comprender es viajar por la experiencia íntima de la realidad y la vida, es como penetrar en la sabiduría luminosa de lo que estamos atravesando. Un hombre sólo comprende en realidad lo que él mismo sufrió en agonía y felicidad.

Para ilustrar esta diferencia de una manera más didáctica, es como decirle a un niño que no ponga una mano sobre el fuego porque se quemará. El niño puede eventualmente entender este hecho, pero solo lo comprenderá cuando coloque su mano sobre el fuego y sienta la quemadura ...

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