Amor - ¡una palabra tan usada y tan abusada!
¡Cuántas acciones y reacciones horribles se están cometiendo, día a día, todo el tiempo, en nombre del llamado amor! ...
Pero cuando el amor verdadero se apodera de un alma, todos los demás motivos desaparecen, al igual que el brillo de las estrellas y la luna desaparecen ante la luz del sol. Un alma guiada por el miedo al castigo o por la esperanza de recompensa, aunque sea éticamente buena, honesta, virtuosa, está totalmente de acuerdo con la filosofía popular de que “todo lo que es bueno es duro y todo lo malo es fácil”. De hecho, la mayoría de las almas buenas viven en esta etapa evolutiva. Son lamentablemente buenas, apenas espirituales. ¿Y por qué? ¡Porque ya han descubierto el cuerpo del cristianismo, pero todavía no el alma del Evangelio!
Cuando un alma descubre y se identifica plenamente con el alma del Evangelio, comienza a experimentar una felicidad profunda, intensa y permanente que nunca dejará de ser buena. Ser bueno es para ella una necesidad irresistible y prácticamente imposible ser mala. Ser bueno no es para él una virtud, es una necesidad inevitable, nacida de una intensa comprensión, de un amor irresistible y universal. Esta alma no solo es buena, sino que también es gozosamente buena, crística, porque es inmensamente feliz en Dios.
En última instancia, todos nuestros males nacen de nuestra falta de felicidad consciente o inconsciente. Un alma profundamente feliz es irresistiblemente buena y no desea ser mala. Si Satanás fuera feliz, dejaría de ser malvado. Si Jesús no estuviera completamente feliz, no estaría perfectamente bien. Dios, la Felicidad Infinita, es bueno, y cuanto mayor es el ser-bueno de un alma, mayor es su ser-feliz.
Ahora bien, no hay nada que pueda hacernos real e íntimamente felices, sino la conciencia y la experiencia de nuestra identidad con Dios: “Yo y el Padre uno somos”.
Sin embargo, es difícil explicarle a un ciego qué es la luz ... es difícil decirle a un sordo qué es la música ...
Estas cosas, y muchas otras, solo pueden conocerse por experiencia inmediata.
Quien sabe por experiencia íntima lo que es Dios, no necesita ninguna teoría sobre Dios. Pero quien aún no ha tenido su encuentro personal con Dios, ninguna teoría puede dar una idea adecuada de lo que Dios es. Dios no se presenta al final de una fórmula mágica correctamente construida, pero está al final y en la mitad de la vida correctamente vivida.
Decir que la experiencia de nuestra identidad con Dios nos hace perder el horror del pecado es una tremenda paradoja ya que es lo mismo que decir que la experiencia gozosa de la luz nos hace amar las tinieblas, que el goce de la salud nos hace amar las enfermedades, que las delicias de la vida nos hacen amar la muerte ...
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