Saturday 7 November 2020

EL ESLABÓN PERDIDO EN EL ORIGEN DEL HOMBRE

Los conceptos de Huberto Rohden se establecieron en todos sus años de estudio en las áreas de teología, educación, filosofía y ciencia, con títulos en universidades de Europa, y culminando sus estudios en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, donde tuvo algunos momentos de convivencia con Albert Einstein y como profesor de religiones comparadas en la American University en Washington, donde permaneció de 1947 a 1952, no puede entenderse como postulados reconocidos y definitivos, ya que la ciencia y todas las demás áreas del conocimiento humano evolucionan, aunque muchos de los conceptos presentados por él son atemporales, especialmente los referidos a las áreas de la filosofía, la teología y la educación.

En cuanto al origen del hombre, todavía no hay evidencia científica concreta de su evolución en el planeta Tierra. A pesar de los avances científicos en este campo, durante los siglos pasados y presentes, nada muestra todavía que el hombre haya surgido de un ser animal inferior a él. Rohden, a pesar de no ser antropólogo, rechaza la ideología teológica y la teoría de su ascendencia animal, presentando una tercera perspectiva, la de la teoría de la intuición racional, según la cual el hombre apareció en la Tierra como una criatura verdaderamente hominal, aunque en forma potencial, imperfecto, pero ya con su verdadera identidad y naturaleza, afirmando que el hombre fue creado listo, pero que fluyó a través de potencialidades inferiores a él.

El aspecto más importante de las ideas de Rohden es el uso de la intuición racional, esa fuente misteriosa que se derrama en el intelecto humano y que proviene de regiones que el hombre profano intenta ignorar, acostumbrado a usar solo su intelecto analítico, que siempre tiene la tendencia a oponerse a todo lo que no tiene una base sólida, el experimento científico y la consecuente evidencia.

Albert Einstein, este gran místico-científico, visionario, humanista y universal, nunca pretendió afirmar que la Teoría de la Relatividad fuera analíticamente demostrable, pero siempre afirmó que es intuitivamente correcta, así como intuitivamente creía que la luz se desvía cuando pasa cerca el sol, como se probó y celebró recientemente. La certeza intuitiva es anterior a cualquier prueba analítica y puede demostrarse. El concepto erróneo de ciertos científicos radica en atribuir a Einstein una verdad analítica para la relatividad y la desviación en lugar de una certeza intuitiva.

Otro ejemplo interesante donde la intuición prueba la evidencia de los hechos, provino de los trabajos matemáticos del famoso científico indio, Srinivasa Ramanujan (1887-1920), considerado un genio matemático, que jugaba con números, como un niño juega con un juguete, quien solía decir que: Una ecuación para mí no tiene sentido si no expresa un pensamiento de Dios, cuyos cálculos y resultados se lograron mediante un proceso de argumentación, intuición e inducción, del cual no pudo dar ninguna explicación coherente. Sin embargo, sus esfuerzos lo convirtieron en miembro de una de las sociedades científicas más respetadas, la Royal Society, ¡y cuyas fórmulas se utilizan hoy en día para comprender el comportamiento de los agujeros negros!

Dado que la gran mayoría de científicos se gradúan de universidades donde solo prevalece el pensamiento analítico para deducir hechos, no es sorprendente que ignoren radicalmente lo que Einstein y Ramanujan entienden por certeza intuitiva, independientemente de cualquier análisis científico. La ciencia analítica se ocupa de la evolución físico-mental del hombre, pero guarda silencio sobre su origen metafísico-racional; se habla mucho de los canales, pero no se dice nada sobre la fuente.

La ciencia integral de nuestros días exige una base metafísica para todas las cosas físicas, porque, según Einstein, “del mundo de los hechos no hay camino hacia el mundo de los valores; porque vienen de otra región”.

¿Sigue siendo el hombre un enigma? ...

El momento más importante del proceso evolutivo del hombre fue cuando adquirió una mejor conciencia para discernir entre el bien y el mal, la verdad de la impostura, el cierto de lo errado; el hombre procede entonces en la marcha ascensional que lo conducirá a la cima del estado angelical, suponiendo que ese hombre en particular quiera alcanzar este nivel, pues en él su elemento más importante ... su libre albedrío, su centro de decisión, que tiene la habilidad de filtrar la escoria de un pasado donde la moral y la ética eran fragmentadas.

A pesar de su presencia en la Tierra durante muchos miles de años, la ciencia hasta el día de hoy no puede desentrañar este misterio. Entre ellos hay un “eslabón perdido”, un momento en la historia que se ha prolongado durante cientos de años y aún no ha llegado a ninguna conclusión.

Estudios recientes publicados por el respetado Journal of Human Evolution, Nature, y otros, aún no muestran ningún signo que pueda identificar científicamente el origen humano, por lo que quizás sea más conveniente aceptar una propuesta no científica pero metafísica sobre el origen de este ser en el planeta. Incluso porque los más cercanos, nuestros primos primates como gorilas, chimpancés, orangutanes, bonobos, aún no han alcanzado la etapa en la que están los humanos, ¡sin embargo, son tan viejos como el hombre y viven en el mismo planeta!

El hombre llegó listo, capaz de aplicar y desarrollar su intelecto, razón y otros atributos, aunque venía en formas anatómicas de estética diferente a la actual. En resumen: el origen del hombre no es ni mitológico ni zoológico, sino cosmológico. El hombre, como todas las cosas, vino del alma o Esencia del Universo, aunque su figura humana hoy, su existencia, vino después. La esencia del hombre es eterna, pero su existencia es temporal. El hombre vino de la Causa, esencia o fuente, aunque su efecto existencial vino a través de muchos canales históricos. El hombre histórico ha nacido tras una larga incubación en forma pre humana, y el hombre actual seguirá fluyendo por muchos canales hasta que alcance las alturas del hombre integral.

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