La ciencia nace del estudio de hechos objetivos: la conciencia se ocupa de los valores subjetivos. La ciencia se desarrolla dentro del mundo impersonal de las cosas inconscientes, y la conciencia opera en las profundidades del mundo personal, de los seres conscientes y libres.
El intelecto (ciencia) es el resultado de las conquistas del ego al desvelar las realidades y el impacto en el hombre, de los hechos cuantitativos producidos por él, pero la razón (conciencia), es el principio que gobierna al hombre, cualitativamente.
La ciencia, que es la voz del intelecto, refleja hechos impersonales; la conciencia, que es la voz de la razón, crea valores personales. Por tanto, el hombre no es bueno por lo que es intelectualmente (incluso puede ser positivamente malo), pero es bueno por lo que ofrece moralmente. Es significativo que ninguna religión promete el cielo a los inteligentes, sino al hombre que logre, en base a sus valores internos morales y éticos, promover el bienestar de toda la humanidad, es decir, el hombre bueno.
En algunos de sus libros, Albert Einstein -este célebre científico universal, místico, visionario, humanista, pacifista- muestra la diferencia entre ciencia y religión, diciendo, en definitiva, que la ciencia se ocupa de lo que es, no de lo que debería ser, que es el atributo de la religión. La ciencia descubre los hechos del mundo exterior, mientras que el hombre ético y espiritual crea los valores del mundo interior. Supongamos - prosigue el gran analista del Universo - que un hombre ha descubierto todos los secretos de la Naturaleza y posee todo el conocimiento de los fenómenos del Universo - ¿es este hombre, por esta misma razón, bueno e íntimamente feliz? No, responde Einstein, aunque no niega que este conocimiento de los hechos objetivos puede serle de ayuda y es un paso hacia la adquisición de la verdadera bondad y la felicidad subjetiva; pues lo que hace a un hombre realmente bueno y feliz no son los hechos de los que es descubridor, sino los valores de los que es creador, ya que el descubrimiento de los hechos son sólo cantidades recibidas, mientras que la creación de valores son cualidades producidas. 1
Aquí también podemos aplicar las conocidas palabras de Pablo de Tarso atribuidas a Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir”. A lo que estoy sometido no me hace bueno ni malo, sino sólo lo que manifiesto, produzco, extraigo de mi ser. Incluso podríamos afirmar con osadía que Dios no sería bueno y feliz si fuera solo un reflector estático de la realidad; lo que lo hace realmente bueno y feliz es el hecho de que Dios es un creador dinámico de valores internos, si se puede decirlo. Y aquí, en esta osadía, le pido al lector que lea más con intuición que con los ojos, que presento entre líneas de este enunciado.
Y Einstein concluye diciendo que: “La ciencia natural sin religión es coja; la religión sin ciencia es ciega”. Y esa afirmación es cierta: conocer solo hechos objetivos equivale a luz fría, luz sin calor y potencia, pero querer crear valores religiosos subjetivos, morales y éticos, sin el conocimiento adecuado de los hechos, equivale a correr a ciegas. La luz sin fuerza crea una inteligencia luciferina; el calor sin fuerza genera voluntades fanáticas.
La ciencia es el esfuerzo por recoger, a través del pensamiento analítico, los fenómenos perceptibles del mundo, de forma más completa y siguiendo la habilidad analítica del pensador. Y la religión, para liberar a la humanidad de la esclavitud de los anhelos, los deseos y los miedos egocéntricos, contribuyendo a una espiritualización religiosa de la comprensión de la vida.
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1)- En el párrafo en el que aparece la frase de Huberto Rohden, “dado que del descubrimiento de los hechos sólo son cantidades recibidas”, se puede intentar agregar otro atrevimiento que puede impactar a las mentes puramente racionales, en cuanto a los descubrimientos en el campo de las ciencias. El Universo, la fuente primaria, el resultado material de la inteligencia de los Poderes Cósmicos, dejó al hombre el poder de dinamizar sus potencialidades, y así, abrir los campos para sus descubrimientos. Decir que quien inventa o descubre los hechos de la naturaleza es el único dueño de este conocimiento es olvidar que el llamado descubridor es solo un vector de ese descubrimiento. Todo ya ha sido inventado, descubierto. ¡La idea, ya existía antes, flotando en el éter, cubierta por un fino velo! El hombre solamente quita este velo permitiendo que el descubrimiento se revele materialmente; como el escultor de una piedra tosca, como Sócrates, el brillante filósofo que nunca escribió filosofía, pero que también fue un consumado escultor. Una vez, la ciudad de Atenas le encargó que esculpiera una ninfa en un bloque de mármol blanco. Y cuando la hermosa entidad emergió del bloque informe, todos felicitaron a Sócrates por su trabajo. El filósofo, sin embargo, rechazó los elogios, porque dijo que no fue él quien esculpió la ninfa; ella estaba escondida dentro del bloque de mármol; simplemente elimine lo que le impedía verla en el ojo público. Sócrates ya vio intuitivamente a la ninfa antes de que fuera visible a los ojos del cuerpo.
Einstein afirmó existir en el Universo, un poder mucho mayor de lo que la mente humana puede imaginar ... el Dios según él es el Dios de Spinoza: “... quien se revela en la armonía de todo lo que existe, no en el Dios que le interesa la suerte y las acciones de los hombres”.
Otra celebridad del mundo de la ciencia dijo ante el asombro y el escepticismo de sus colegas del famoso Trinity College de Cambridge en Inglaterra que: “Una ecuación no significa nada para mí a menos que exprese un pensamiento de Dios”. Y ese genio matemático, fue Srinivasa Ramanujam (1887-1920), un indio que vivió durante el dominio británico en la India, quien, aunque casi no tenía una formación formal en matemáticas puras fue responsable por contribuciones sustanciales al análisis matemático, teoría de números, series infinitas y fracciones continuas, incluyendo soluciones a problemas matemáticos entonces considerados insolubles y que hasta hoy han revolucionado los descubrimientos en este importante tema.
Y estas son las “cantidades recibidas”, el potencial inherente al hombre, que puede y debe revelarse en la dinámica de su existencia...
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