EL PROPÓSITO DIVINO

Nuestra presencia en este planeta no es una simple casualidad, ha sido perfectamente planificada y destinada a ser tal cual es, todo sigue un orden y correlación Divina, muchas veces difíciles de comprender porque posiblemente nuestro nivel de conciencia aun no esté a la altura de determinados designios.

Para ir entendiendo el Propósito Divino, de las experiencias que vamos atravesando en la vida, vamos a poner en claro tres razones de nuestra razón de ser.

1. Todas las experiencias que atravesamos en la vida nos invitan a despertar en conciencia y a crecer, no importa si estas experiencias causen dolor o satisfacción, el propósito fundamental es desarrollarnos internamente y evolucionar.

2.   Somos Seres Divinos y Omnipotentes, el paseo por la vida nos lleva a tomar conciencia de esa, nuestra Divinidad.

3.  Las dificultades en la vida nos permiten evaluar hasta donde podemos llegar, nos invitan a llegar dentro de nuestra intimidad, descubrir nuestros recursos internos más valiosos, desarrollar nuevas habilidades, despertar talentos dormidos, adquirir valores y virtudes que nos engrandezca.

El dolor nos empuja a crecer y a evolucionar.

Para seguir el cumplimiento del Plan Divino debemos atravesar en cada encarnación por distintas dificultades que nos llamen a transformarnos, a vibrar en una sintonía más elevada para poder crear bienestar en nuestras vidas. 1

Ese proceso de transformación al cual nos sentimos llamados, nos alienta en nuestro interior, descubrir cuales son nuestras limitaciones y desafíos internos que debemos enfrentar.

Cada problema o dificultad que se nos hace presente en la vida viene acompañado con una solución espiritual la cual involucra un autoanálisis, determinar las metas de crecimiento y cambios internos, y la realización de un profundo trabajo interno de transformación.

Cuando la persona se ha transformado, necesariamente ha dejado atrás arquetipos o patrones aprendidos en la infancia o adquiridos en vidas pasadas que aún no han sido resueltos.

Esos patrones de conducta se han hecho presentes en esta vida porque contamos con todo lo necesario para superarlos, y resolverlos desde el interior.

Al ir desprendiéndonos de esos patrones de conducta, necesitamos incorporar nuevos. Estos nuevos patrones incluyen la incorporación de fortalezas, valores, virtudes, talentos que llevamos dentro pero que han estado dormidos, latentes a cobrar vida y empoderarse de nosotros. Es así como despertamos a nuestra mejor versión, mucho más grande y poderosa de lo que somos ahora, mucho más grande de lo que jamás habíamos pensado.

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1) - El fenómeno de la muerte y sus consecuencias, es aún desconocido por el hombre no espiritual, dado el horror que despierta en él esta circunstancia. Y, en consecuencia, las ganas de seguir viviendo. Sin embargo, así como se produce la peregrinación a la vida eterna, mientras se realicen buenas obras en este proceso, también es posible el camino inverso, o la muerte eterna, cuando el mal se repite, por tanto, sin posibilidad de perdón y desintegración en el éter.

En el Evangelio, donde en Mateo 7:19, que narra la vida y la doctrina de Jesús, aparece esta premisa de condenación: “Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego”. Así, anunciando el destino del alma que vive obstinadamente en el mal.

Según Huberto Rohden: “La reencarnación sólo se produciría si el hombre desencarnado tuviera fuertes deseos materiales porque no creó, durante su existencia terrena, suficiente sabiduría espiritual para garantizar la compatibilidad con un entorno superior a la materia en otras dimensiones del Cosmos.

Un materialista, mientras está fuera de materia, no encuentra un entorno propicio para su felicidad, materializando así su deseo de reencarnar.

La reencarnación, por lo tanto, es el cumplimiento de un deseo intenso y constante, pero no puede considerarse como la única forma de que alguien pague su deuda negativa, contraída en una existencia anterior. El pago de esta deuda es posible en cualquier etapa evolutiva, incluso fuera de la materia física, ya que la base de esta deuda no está en la materia, sino en el nivel mental del hombre.

La verdadera evolución o autorrealización no es un hecho que le sucede al hombre, pero es un logro del que el hombre se da cuenta”.