Tuesday 30 March 2021

¡INTEGRATE CON EL TODO!

El deseo o instinto irresistible de ser "importante" reside en cada ser humano, lo cual es perfectamente normal y justo, y no es un síntoma mórbido porque cada ser humano, de acuerdo con los planes de la creación, es inmensamente importante.

Cada personalidad es única, original, sin precedentes: nunca hubo un ser similar o nunca habrá un ser humano exactamente como el otro, ni siquiera los gemelos, aunque el carácter genético es muy similar, pero cuyo carácter espiritual es diferente.

El error no está en el deseo de ser "importante", sino en la forma en que las personas intentan ser importantes.

Hay tres posibilidades para ser importante:

--- por aislamiento;

--- por la oposición;

--- por la integración.

El Yo sin nosotros es apatía.

El Yo contra nosotros es aversión.

El Yo con nosotros es simpatía.

Solo en el tercer caso surge la verdadera grandeza, importancia y felicidad, pero es difícil para los seres humanos comprender esta verdad.

Dentro de cada ser humano existe un deseo invisible y potencial de integrarse en un Todo mayor que él mismo, un Todo que le da una razón para ser, el verdadero significado de su existencia y actividad.

La necesidad de estima y reconocimiento, el deseo de gloria y poder, el sexo y el amor, la necesidad de adquirir valores materiales, intelectuales y espirituales: todas estas son expresiones parciales, más o menos inconscientes, de este Yo esencial profundo y vasto, que forma la parte esencial de nuestro ser, de nuestra calidad, que siente su parcialidad y el deseo de totalidad.

Esta es también la razón por la cual "el amor es el vínculo de la perfección", porque el amor es integración, universalidad, integridad, mientras que el desamor o el egoísmo es totalmente contrario a todo eso.

Como el Creador es la Totalidad Absoluta, cuanto más divino es un hombre, mayor es su grado de totalidad y universalidad, es decir, del amor. No incluir, o incluso excluir a un solo ser de su amor, sea lo que sea, es una falta de integridad y universalidad, una falta de "Divinidad".

La felicidad, la beatitud profunda y sólida, solo se encuentra en este camino de integración de la parte en el Todo, del ser humano en lo Universal, de lo relativo a lo Absoluto, de la criatura en el Creador. Esta es la voz del Cosmos, y la felicidad es la sintonización del ser humano con el gran Todo.

"Ser igual a Dios" es el lenguaje bíblico para expresar este deseo de todos los seres, porque como todo está en Dios, todo proviene de Dios, es lógico que todo regrese a Dios. Es el movimiento de orientación al Dios eterno y universal de los efectos por la Causa.

Al hombre espiritualmente infantil le parece que esta integración es una renuncia a la libertad. Sucede que, inconscientemente, desea esta integración en el Todo para sentirse seguro, sacrificando la libertad por la seguridad; prefiriendo sentirse seguro sin libertad que ser libre sin seguridad.

El verdadero místico, el hombre integral, es un hombre seguramente libre y libremente seguro, porque está completamente integrado en el Todo. Y, como la libertad y la seguridad son sinónimo de felicidad, nunca podrá renunciar a esta vasta integración, que es la vida eterna y la felicidad eterna ...

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