Monday, 23 August 2021

EL ARTE DE CALLAR Y NO VER

No olvides, amigo desconocido, que todo hombre, incluso el más positivo y dinámico, es esencialmente débil, desamparado, necesitado de ayuda.

Todo hombre tiene sus horas de soledad interior, horas de oscuridad y desánimo, horas de desorientación y pesimismo.

Hay que saber adivinar, a los ojos y al alma de los demás, esas horas de profunda frustración.

Debe saber cuándo visitarlo y cuándo dejarlo solo ...

Cuando hablar con él y cuándo permanecer callado junto de él ...

Cuando animarlo, y cuándo comprenderlo, porque incluso los santos deben ser comprendidos ...

Debes saber cuándo es el momento y cuándo no ...

De guardar silencio ante sus íntimas derrotas, y cerrar los ojos ante sus debilidades ...

Quien espera la perfección absoluta de su hermano sólo encontrará desilusión.

Hay en la vida de todo mortal, momentos íntimos de dolor donde todas las luces se apagan, donde todas las estrellas del firmamento se eclipsan y cuando todas las columnas tiemblan bajo la devastación del terremoto ...

En la vida humana hay trances de suprema angustia en los que el pobre mártir del ego tiránico tiene que disfrazar con la serenidad de una sonrisa convencional el volcán ardiente de su tragedia interior ...

La sociedad no siempre permite que el hombre sea lo que es ...

¡Feliz el que encuentra un alma comprensiva en medio de la incomprensión!

¡Feliz el que sabe ignorar en la discreta reticencia del gran amor lo que desune a los hombres y enciende en los infiernos de la miseria del alma!

Muchos son los hombres que ven con admirable precisión, pocos los que saben cómo ser ciegos cuando conviene ...

El silencio eterno rodea las cumbres de las grandes montañas y las profundidades del mar ...

Tranquilos son los momentos más humanos y más divinos de nuestra vida: las profundidades del dolor y las alturas del amor.

En los abismos más altos y profundos de su ser, el hombre está solo ...

Y a solas consigo mismo y Dios tiene que resolver el más trágico de los problemas de la vida ...

Nadie puede seguirlo en esta gran soledad ...

Ni padre ni hijo ...

Ni marido ni mujer ...

Ni hermano ni amigo ...

Él, a solas con Dios ...

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