Lo mejor de los judíos o musulmanes es, con mucho, el peor de los cristianos; un buen católico es necesariamente un pobre protestante, un budista ve con reserva las enseñanzas del hinduismo ... el espírita condena lo que no es espiritismo ... y así sucesivamente, siempre el mismo sentimiento mezquino de rivalidad en todas las religiones ... porque mi religión siempre es mejor que la tuya.
León Tolstoi, este sincero discípulo de Jesús, fue excomulgado por su iglesia, ¡en el nombre de ese mismo Jesús! Mahatma Gandhi, este cristiano genuino de la India, no fue considerado cristiano por las iglesias cristianas de Occidente. Albert Schweitzer, un destacado exponente del cristianismo místico-dinámico, no fue autorizado por la Sociedad Evangélica Misionera de París a trabajar como médico y cirujano en el África Ecuatorial Francesa en el pueblo de Lambaréné, en el Gabón de hoy.
Sin embargo, a pesar de los lamentos, no negamos que las sociedades eclesiásticas son, hasta cierto punto, necesarias - tal vez un “mal necesario” - como las muletas de un lisiado. Las masas no están en condiciones de conducirse; deben ser dirigidas, y para ser conducidas, debe haber un director. El error de las sectas religiosas no es que dirijan o busquen liderar; es que algunos de ellos se presentan en público como el cristianismo mismo en toda su pureza e integridad. Incluso hay iglesias que afirman tener el monopolio de la verdad y la santidad del cristianismo: ¡el egoísmo clerical puede llegar hasta tal punto!
Todas las iglesias, aunque sinceras, son etapas evolutivas hacia el cristianismo, pero ninguna de ellas es el cristianismo genuino, que nunca encajará en ninguna fórmula legal o teológica. ¡La luz embotellada no es luz! ¡La vida enlatada no es vida! ¡El espíritu estampado no es un espíritu! En la razón directa por la que el cristianismo se vuelve burocrático, se falsifica, se encoge, se descompone ...
En la medida en que el hombre experimenta en sí mismo el reino de Dios, trasciende las fronteras teológicas de su iglesia, sin por ello hostigar a esta sociedad que le sirvió de medio de evolución espiritual. El adolescente ha superado su infancia, pero no la odia; el hombre maduro abandona la adolescencia, como dejó la infancia, etapas necesarias para alcanzar las alturas de su edad adulta.
La mariposa rompe los hilos de seda del capullo del gusano de seda, no porque odie esta obra de arte producida por ella misma, sino porque según leyes eternas, ha llegado el momento en que el capullo, que sirvió de protección en un determinado período evolutivo, se convierte en un obstáculo en la nueva etapa de su evolución ascensional; por tanto, lo que ayer le era necesario y sagrado, hoy sería superfluo y perjudicial.
El cristiano que quiere hacer evolucionar sus creencias hace bien en afirmar su “capullo sectario”, mientras que este último presta el servicio que debe prestar; pero debe poseer la necesaria independencia y libertad de espíritu para superar constante y serenamente cualquier etapa evolutiva en el día y la hora en que la asistencia de ayer se convertirá en un obstáculo para hoy o mañana.
Lo que es más importante es que el hombre sea completamente honesto consigo mismo ...
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