Cuando un hombre altamente ético o moral se compromete en un amor que abraza a todos los seres, esto es para él una especie de talento o una virtud heroica de la que es plenamente consciente, porque es el resultado de tremendos esfuerzos y dolorosos sacrificios; es el término final de muchos años de autodisciplina.
Este logro supremo del hombre éticamente virtuoso puede generar en él un sentido de orgullo y autosatisfacción.
Muy diferente es el comportamiento del hombre cosmo-consciente; no es un talento, sino un genio, aunque tampoco está generalmente exento del aprendizaje preliminar de la ética del sacrificio. Su conciencia cósmica es algo así como una perfección biológica, como un carisma divino. De ahí que nunca le tiente a enorgullecerse de esta grandeza, porque es su naturaleza, la regla general de su ser, y no sólo una excepción de esta regla, en forma de acción en actitud positiva.
El amor universal con el que abraza a todos los seres, los reales y los realizados, no es para él una virtud, un heroísmo ético, un talento moral, sino una naturaleza profunda y vasta. Como se siente integrado en el Gran Todo del Cosmos, no hay mérito en este hecho de integración, porque es su clima, su atmósfera vital, su dicha.
Este hombre no es virtuoso con talento, es genialmente sabio.
No comments:
Post a Comment