La iglesia romana asume una actitud hostil hacia el sexo y el sexismo y todas las variaciones sobre este tema, al mismo tiempo que ciega los ojos a lo que sucede dentro de sus muros, y en asuntos de egoísmo. Un católico puede ser tan egoísta como quiera, siempre que sea anti-sexualista, puritano y discriminatorio, se le considera un buen católico.
Y considera la castidad, especialmente la virginidad, como la más alta de las virtudes, un concepto que no encuentra base en el Evangelio de Jesús. Él era mucho más antiegoísta que anti-sexista. Muchas de sus parábolas y enseñanzas, en general, son críticas vehementes del egoísmo y la codicia - ninguna crítica del sexo, aunque recomienda la disciplina sexual – “¡quien pueda comprender esto, debe comprenderlo!” Magdalena, joven y atractiva, se convirtió en su discípula más ardiente; la hipocresía de la sinagoga la tachó de adúltera, ¡pero el adúltero no sufrió el mismo castigo! sin embargo, por Jesús fue absuelta; la samaritana con sus posibles amores merece de Jesús una larga y profunda instrucción sobre “las aguas vivas que fluyen hacia la vida eterna” y convertirse en una especie de misionera cristiana.
La insistencia del anti-sexismo por parte de la iglesia romana se basa en el celibato sacerdotal establecido desde el siglo XI. Dado que el sacerdote se presenta al pueblo como modelo de perfección cristiana, tiene que ser oficialmente célibe, es lógico que esta teología exalte la virginidad como culminación de la santidad.
Todo el anti-sexismo de esta iglesia está al servicio de la clase sacerdotal y de su prestigio jerárquico ante el público. Además, un sacerdote casado no es tan manejable y dócil en manos de la autoridad eclesiástica como el soltero. Y, por último, pero no menos importante, un sacerdote que legalmente no tiene familia (muchos la tienen clandestinamente), cuando muere, no deja herederos y sus posesiones pasan fácilmente al patrimonio de la iglesia.
Por ello, el Código de Derecho Canónico considera como delito mucho más grave al sacerdote casado inscrito legalmente que al que simplemente vive con una mujer y tiene hijos con ella porque en el segundo caso permanece legalmente soltero.
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El sexismo se refiere a la teoría basada en criterios sexuales que defienden la superioridad de un sexo, generalmente el masculino, sobre el otro. Es una discriminación que se ejerce sobre un individuo por razón de su sexo. Esto significa que la persona es discriminada en un área determinada porque se considera que su sexo, por sus características, es inferior al otro. El término también se refiere a los prejuicios y estereotipos que pesan sobre mujeres u hombres por las condiciones atribuidas a cada sexo.
Julia Sousa Poza, periodista y asesora de comunicación en Barcelona, en su libro, Sexismo, la violencia de las mil caras en el capítulo Una nube tóxica, describe: “La violencia de género constituye un delito invisible, porque no da la cara y, sin embargo, está presente en multitud de actos diarios y no conoce fronteras, culturas ni estratos sociales. Es como una nube que lo cubre todo, que lo contamina todo, y hasta ahora lo que tenemos son algunas leyes que protegen a las víctimas, cosa que no basta. A pesar de todo, algo se mueve, eso es innegable.”
En el prólogo del libro, escribe Marina Subirats: “Desde un punto de vista legal vivimos en una sociedad que postula la igualdad entre hombres y mujeres, sin embargo, esta igualdad formal es insuficiente para que la igualdad real o equidad entre las mujeres y los hombres se de en los hechos. Si bien mucho se ha progresado en este ámbito, aún existen prácticas discriminatorias muy arraigadas entre las personas. Basta mirar las cifras, entre otras, de violencia intrafamiliar, femicidio, y acoso sexual callejero, para darse cuenta que son las mujeres quienes se ven afectadas mayormente con estas problemáticas. Por su parte, en el ámbito laboral, la existencia de una brecha salarial entre hombres y mujeres, la baja cantidad de mujeres en gerencias y directorios, e incluso la baja participación laboral de las mujeres, así como también en el ámbito educacional, la baja participación de las mujeres en carreras científicas, en número de publicaciones y en los altos puestos académicos, por nombrar algunos. Si bien todas estas problemáticas son multicausales, el sexismo se encuentra a la base de estas situaciones.”
En la reseña del editor del libro, dice: El sexismo es el origen de la violencia de género, porque asocia, potencia, enseña y transmite los valores masculinos como sinónimo de éxito, de fuerza, de inteligencia, de poder. En contraposición a lo femenino, que es invisible, supeditado siempre a lo masculino. En el ejercicio de este poder se sustenta el sexismo y a su vez, el sexismo se sustenta en el poder. Sexismo, por tanto, solo conoce un género: el masculino.
Este libro no es un libro solo para mujeres, no, también lo es para los hombres, porque el combate contra el sexismo nos interpela a todos. A los hombres, porque lo practican por herencia histórica. A las mujeres, porque lo padecen. Y porque, sin saberlo, a veces lo transmite a sus hijos e hijas cuando los educan desde una perspectiva sexista. El sexismo es el punto de partida de la desigualdad, y de la violencia machista. Una violencia que adquiere múltiples formas. Tantas que en la portada del libro habla de «la violencia de las mil caras». Los crímenes son su expresión más cruel, más inhumana.
La violencia contra las mujeres está en las palabras, en los gestos, en las actitudes, en la desigualdad cotidiana, en las casas, en el trabajo, en la calle. Está en las mentes. Sexismo, la violencia de las mil caras, de Julia Sousa Poza, con prólogo de Marina Subirats, es el tercer libro editado por la Fundación Periodismo Plural, en su colección Periodismo y Derechos Humanos. Si pretende que sea un libro útil, que aporte datos y reflexiones para conocer mejor el problema en toda su complejidad. Información imprescindible para, entre todas y todos, combatir los crímenes insoportables. Un libro para transformar las mentes.
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