Saturday 28 August 2021

ENCUENTRO CON DIOS

El hombre necesita con urgencia convencerse a sí mismo de que todo su poder interior, toda su conciencia de seguridad, tranquilidad y paz mental, toda la felicidad de su vida, depende en última instancia de una cosa: su experiencia directa con Dios, que es intensificar en sí mismo, la mística del primer mandamiento. Es experimentar la realidad cósmica, lejos de la ilusión del caos terrenal. Con este encuentro divino, o de su falta, vive o muere la felicidad del hombre. Esto es “lo único necesario”, en palabras de los grandes maestros espirituales.

Aquellos que han conocido a Dios son felices, incluso en medio del sufrimiento; aquellos que no han conocido a Dios son infelices incluso en medio de la alegría.

“Nos has hecho para ti, oh Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” - estas palabras pronunciadas por San Agustín (354-430 dC), un hombre infeliz que encontró la felicidad en Dios - continúan siendo enteramente cierto hoy en día.

Es una pérdida de tiempo eludir el problema central de la felicidad a través de todo tipo de camuflaje y escapismo. Es mejor afrontar la dolorosa realidad de este inevitable encuentro con Dios. Es cirugía sin anestesia, tremendo drenaje de sangre del ego, pero el resultado es convalecencia y vida ...

Sin embargo, son muy raros los hombres que poseen la suficiente honestidad consigo mismos para afrontar fielmente este doloroso encuentro con Dios, pues viven ebrios en busca de todas las alegrías materiales y de los sentidos, y por eso olvidan que viven el vacío de toda esta agitación.

Para afrontar este dolor y saborear la felicidad, se requiere el vaciamiento total del ego profano y su integración definitiva en el Yo esencial divino. Despojar de todas las cosas que inhiben al hombre de esta visión de Dios para poseer un “tesoro en los cielos” ...

“El reino de los cielos ha sido sometido a violencia y personas violentas lo han asaltado”.

Quien no se violenta a sí mismo no puede tomar el reino de la felicidad por asalto.

La felicidad es el precio de la auto violencia, de la autodisciplina.

--- ¡Apartaos todos los indisciplinados, débiles, cobardes!

--- ¡Venid todos disciplinados, fuertes y valientes!

Para ellos es el cielo de la felicidad.

Para esos es el infierno de la infelicidad.

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