Tuesday 15 December 2020

LA VISIÓN DE ALBERT SCHWEITZER SOBRE EL COLONIALISMO

Albert Schweitzer fue uno de los críticos más duros del colonialismo europeo. Consideró que su trabajo como médico misionero en África fue su respuesta al llamado de Jesús de convertirse en un "pescador de hombres", pero también como una pequeña recompensa por la culpa histórica de los colonos europeos.

¿Quién puede describir la injusticia y la crueldad que durante los siglos sufrieron las personas colonizadas a manos de los europeos? Si se pudiera compilar un registro de todo lo que sucedió entre el blanco y las razas de otros colores, se escribiría un libro enorme donde el lector pasaría las páginas sin leer, porque su contenido sería demasiado grave.

Y si Schweitzer todavía estuviera vivo, ¿qué diría sobre este nuevo tipo de colonialismo impulsado por ideologías de pseudo liberación en la invasión militar de los estados, la aniquilación de las minorías étnicas, en la explotación desenfrenada del tráfico por aquellos que por razones de justicia buscan otros lugares para dar un descanso? ¡Mejor futuro para ellos y los suyos, incluso si este viaje de pura ilusión termina en muerte! Schweitzer era un hombre del Evangelio, y el Sermón del Monte fue la base de su armonía espiritual; superó los dictados de su intelecto analítico y abrió su alma a una experiencia intuitiva. Vivió y cumplió su misión, redimiéndose, ayudando a redimir otras almas.

En un sermón dirigido a los fieles de la iglesia el 6 de enero de 1905, antes de contar sus planes para dedicar el resto de su vida a trabajar como médico en África, dijo:

 “Nuestra cultura divide a las personas en dos clases: hombres civilizados; que generalmente es un título dado a las personas que clasifican; y a otros, que solo tienen forma humana, que pueden perecer o ir a los perros bajo todo el cuidado y la responsabilidad de estos llamados hombres “civilizados”.

¡Oh, esta es nuestra “noble” cultura! Habla tan piadosamente de la dignidad humana y los derechos humanos y luego hace caso omiso de esa dignidad y derechos de innumerables millones de personas y los aniquila, simplemente porque viven en el extranjero o porque sus pieles son de diferentes colores o porque no pueden ayudar a sí mismos. Esta cultura no sabe cuán vacía, miserable y llena de mentiras es, y ve lo que se está haciendo en los países que explotan. Esta cultura no tiene derecho a hablar de dignidad personal y derechos humanos...

No enumeraré todos los crímenes cometidos con el pretexto de la justicia. Los habitantes nativos fueron secuestrados de sus tierras, esclavizados, liberaron la escoria de la humanidad sobre ellos. Piense en las atrocidades que se han hecho a las personas que se han vuelto subordinadas a nosotros, cómo las arruinamos sistemáticamente con nuestras adicciones y todo lo que hicimos mal... Las diezmamos, y luego con un simple bolígrafo y firma tomamos sus tierras para que no les quede nada...

Si toda esta opresión, si todo este pecado y vergüenza ha sido perpetrado bajo los ojos del Dios alemán, o el Dios estadounidense, o el Dios británico, Dioses franceses, españoles, portugueses, y si nuestros estados no se sienten obligados a dejar de lado su afirmación de ser “cristianos”, entonces el nombre de Jesús es blasfemado y burlado. En consecuencia, el cristianismo de nuestros estados es blasfemado y burlado delante de esos pobres. El nombre de Jesús se ha convertido en una maldición para esos desgraciados, y nuestro cristianismo, el suyo y el mío, se ha convertido en una falsedad y una vergüenza si los crímenes no son expiados por el lugar donde se cometieron. Para cualquiera que haya cometido una atrocidad en el nombre de Jesús, alguien debe intervenir para ayudar en el nombre de Jesús; por cada persona que robó, alguien debe traer un reemplazo; a todos los que han maldecido, uno debe bendecir.

Y ahora, cuando hablamos de misiones, que este sea el mensaje: debemos hacer expiación por todos los crímenes terribles que leemos en los periódicos. Debemos hacer una expiación por los peores, que no leemos en los periódicos, crímenes envueltos en el silencio de la noche en la selva...”

Y hoy, en los albores del siglo XXI, en medio de una pandemia que azota a la humanidad en el año 2020, casi nada ha cambiado en el escenario de la explotación de los ex estados colonialistas, el potentado del poder y el capital, sobre esos quienes trabajan más y menos tienen derecho a decidir sus palabras.

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