No hay nada que nos haga felices como hacer felices a los demás, incluso con el sacrificio sincero de nuestra felicidad personal. Intentar hacer felices a los demás, esperando algo a cambio, es negar la propia felicidad. La raíz de la felicidad personal radica en el mundo ultra personal, que es el mundo de la renuncia, del sacrificio, del altruismo y del amor. El que toma la felicidad personal como un objeto directo de sus esfuerzos nunca la alcanzará. Aquí está "renunciar a poseer", "perder para ganar", en el lenguaje profundo de Jesús.
Lo más significativo en la caridad es sembrar y no estar interesado en la cosecha, para que otros puedan cosechar lo que no han sembrado. Este es el más puro del altruismo.
Esta es una de las verdades paradójicas expresadas en el Evangelio, ¡y el que da más, recibe más! Esa es una realidad aún lejos del alcance del hombre profano, perdido en lo que él llama las complejidades de la vida.
Albert Schweitzer ha renunciado a todas sus ventajas como hombre erudito para sumergirse en África con la finalidad de aliviar los dolores de las poblaciones negras en el pueblo de Lambaréné en Gabón, expresando sabiamente que: "No hay héroes de acción, sino héroes de renuncia y sufrimiento".
Mientras tanto, para alcanzar la comprensión de estas verdades, no requiere un esfuerzo sobrehumano ... es solo conocerse a sí mismo, y ese es el objetivo más grande que el ser humano tiene que alcanzar para su autorrealización, y así saborear la abundancia que la vida y la naturaleza tienen para ofrecer.
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