“Nada es imposible para el que tiene fe”.
Lo esencial es que el hombre tenga la convicción y vea cumplido el deseo, porque quien tiene la fuerza de la fe, el deseo se materializa. “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; Busca y encontrarás; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”, representa la verdad indemostrable, cierta, necesaria.
Y esto no es una autosugestión ilusoria, sino pura realidad porque el mundo ideal es más real que el mundo material. La diferencia es que la gran mayoría de los hombres no desarrollan sus órganos de percepción para aprehender las grandes realidades de ese mundo ideal, solo tienen sentidos corporales para aprehender las pequeñas realidades del mundo físico, donde luchan incansablemente por conquistarlas.
Otro requisito es respecto a las cosas espirituales, el hombre debe mantener absoluta pureza de corazón, libre de egoísmo, queriendo practicar las buenas obras en nombre de la humanidad, lejos de la satisfacción interior de hacerlo, ya que esta es solo una forma más de egoísmo y la el tipo más traicionero. Las acciones con estos principios se contaminan y se derrotan incluso antes de comenzar. Es como algo que queda manchado por dentro, aunque bellamente pintado por fuera; como pompas de jabón, coloreadas por fuera y vacías por dentro.
¡Solo las acciones libres de egoísmo y autosatisfacción logran su objetivo!
Y estas premisas no se aplican solo a alguna forma particular de credo religioso, y sus acciones, ya sean individuales o de la congregación ... deben extenderse y comprenderse en su sentido más amplio, a todas las religiones establecidas.
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