Friday 29 January 2021

PARA COMPRENDER EL TAO TE CHING

“Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser. Cuando dejo ir lo que tengo, recibo lo que necesito”. Tao Te Ching

 

Dado que los chinos no usan formas de escritura latinas, sino ideogramas para expresar ideas, no hay uniformidad en las palabras cuando se reproducen con símbolos del alfabeto latino. Así, Lao Tse, Tao, Te, King, admiten varias grafías, como Lau Tsi, Dau, Che, Ching, etc.

Tao - significa el Absoluto, el Infinito, la Esencia, la Realidad Suprema, lo Divino, la Inteligencia Cósmica, la Vida Universal, la Conciencia Invisible, lo Incognoscible, etc. Nunca es un individuo, una persona, como Dios en la teología occidental.

Te - puede traducirse por el camino, la guía, la revelación.

Ching - coincide con libro, documento escrito.

Tao Te Ching se puede traducir como “Libro que conduce a la Deidad” o “El Libro que revela a Dios”.

En esta traducción del texto, Huberto Rohden (1893-1981), filósofo, educador, teólogo brasileño lo guio en parte por los traductores alemanes Rudolf Backofen y Werner Zimmerman, versión que consideraba más cercana al original (1).

Dado que la escrita china usa ideogramas en lugar de letras, cada palabra permite amplias posibilidades de significado y variantes. Es bueno recordar que esos traductores recurrieran a más de 30 palabras diferentes para expresar el sentido del carácter chino para Tao; no les interesaba reproducir la forma de la palabra, sino el alma del texto y su contexto.

Según los escritos ideográficos, es más importante el sentimiento, adivinar, olfatear el significado exacto de cada símbolo que transliterar correctamente el ideograma respectivo. Por esta razón, los lectores probablemente encontrarán términos que no se encuentran en otras traducciones. La elasticidad de un ideograma oriental permite un gran número de variantes cuando se expresa mediante una palabra occidental rígida y mecanicista.

De hecho, el problema de casi todas las traducciones conocidas, no solo en el caso del Tao, ni de los ideogramas, se debe a que el traductor generalmente trata de traducir mecánicamente, palabra por palabra, el cuerpo de un libro, en lugar de interpretar orgánicamente el alma del libro, la esencia de las ideas del autor.

El conocido proverbio italiano “traduttore traditore” (el traductor es un traidor), se justifica en el caso de hacer una traducción mecánica, en lugar de una orgánica, como si el pensamiento fuera algo así como un software de computadora, y no de una traducción de una entidad humana espiritual.

Traducir sin traicionar es obra de un verdadero artista; no es solo el acto de comprender la idea del escritor, sino que también es necesario sentir su alma.

 

“Dios, Brahman, Yahvé y el Tao, ¿qué significa esta palabra?

Para muchos, Dios es una especie de dictador celestial, una persona que mira desde lejos, a los hombres y sus registros de créditos y débitos, recompensándolos o castigándolos después de la muerte, enviando a los buenos al cielo eterno y a los malos al infierno eterno.

Este infantilismo primitivo domina las teologías cristianas hace más de dos mil años, y aunque existen grandes variaciones de esta concepción de Dios, en el fondo está la idea antropomórfica que impera.

Sin embargo, este concepto no tiene nada que ver con Tao.

En su libro "Mein Weltbild" - El Mundo Tal Como Yo lo Veo - Einstein describe mui bien los tres tipos de concepción de Dios:

1) - El concepto de Dios-máquina, entre los pueblos más primitivos,

2) - El concepto de Dios-persona, entre el Antiguo Testamento hebreo en general y entre los cristianos de todos los tiempos y países,

3) - El concepto de Dios-cósmico, profesado por unos pocos místicos avanzados, cuyos representantes superan a las iglesias y teologías, y se encuentran esporádicamente entre todos los pueblos y todas las religiones.

Einstein enumera, entre la tercera clase, Demócrito, Francisco de Asís y Spinoza, el primero, un pagano, un cristiano y un judío, diciendo que son hermanos en la misma fe.

Lao Tse y su concepto de Tao podrían incluirse en el tercer grupo de místicos cosmo-sapientes.

La élite espiritual de los pueblos orientales y los verdaderos místicos de Occidente son los representantes más avanzados de la cultura espiritual de la humanidad; todos profesan la idea del Dios cósmico. No son politeístas, panteístas o, incluso, monoteístas, son cosmo-monistas.

El monoteísta reconoce un solo Dios-persona que reside en el cielo. Los hebreos en el tiempo de Moisés, nunca tuvieron la idea de un Dios en el mundo, admitieron un Dios en Israel, el Dios de los ejércitos. El monoteísmo nunca alcanzó las alturas del verdadero monismo. Todo monoteísta es visceralmente un dualista, es decir, admite la existencia de un Dios trascendente, un Dios-persona que reside en una región remota del Cosmos donde el hombre espera encontrarlo después de la muerte.

Este concepto de encuentro con Dios en un tiempo futuro y espacio lejano es común a todos los monoteístas. Esta concepción monoteísta-dualista de Dios, arraigada desde el comienzo del cristianismo occidental, es perfectamente comprensible, ya que los primeros discípulos de Jesús procedían del judaísmo. Incluso hoy, la teología cristiana de Occidente no se ha liberado completamente de esta herencia. Los místicos cristianos, seguidores del monismo cósmico, fueron perseguidos, excomulgados o al menos considerados sospechosos de herejía.

Cuando un niño piensa en términos de adulto ya no es un niño, y los jardines de infancia se apresuran a expulsar el elemento extraño.

Cuanto más el hombre se encuentra a sí mismo como un ser universal del Cosmos, se vuelve mucho menos unilateral y mucho más amplio, en relación con todos los lados o dimensiones es su sabiduría. La luz colorida de la forma de su pensamiento revela la luz incolora de su experiencia divina, el origen de todos los colores.

Para el monista cósmico, Dios es la Realidad Única, la Esencia (Creador, Fuente) que se revela repetidamente a través de la pluralidad de existencias, a través de sus finitos (criaturas, canales). Las criaturas no son nuevas realidades, sino simplemente nuevas manifestaciones de una Realidad; son la Esencia Infinita que se extiende en existencias finitas.

Dada la omnipresencia del Infinito, es evidente que todo lo finito está en el Infinito y lo Infinito está presente en todo lo finito.

El monismo así concebido es estrictamente lógico y revela una precisión matemática exacta.

Toda filosofía o sabiduría superior culmina indefectiblemente en el monismo cósmico, equidistante del dualismo separatista y del panteísmo. Para el monista, todo está en Dios y Dios está en todo, pero no todo es Dios, ni Dios es todo; las criaturas no están separadas de Dios ni son idénticas a Dios.

Todos los verdaderos genios de la raza humana pensaron y sintieron en términos de monismo cósmico, cuyo ejemplo más brillante es el Cristo del Evangelio.

Además, ¿cómo pudo Lao Tse, el gran genio de la sabiduría china, haber pensado y sentido de manera diferente? A través de 81 capítulos del Tao Te Ching salta, como un hilo de luz, la experiencia del Infinito, del Absoluto, del Uno, que se manifiesta a través de lo finito, lo relativo, las creaturas.

La sabiduría de Lao-Tse es típicamente universal: del Uno, las criaturas emanan y están en el Uno, aunque el Uno trasciende a todas las criaturas, estas criaturas son inmanentes en el Uno.

El Tao, puede ser considerado como el Dios, el Absoluto, el Infinito, el Eterno, el Insondable, el Uno, el Todo, la Fuente, la Causa, la Realidad, el Alma del Universo, la Vida, Inteligencia, Conciencia Cósmica, Universal, etc.

Hasta que el lector no se identifique plenamente con esta conciencia universal del monismo cósmico de Lao-Tse, no comprenderá el alma del Tao Te Ching.”

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El profesor Rohden tradujo del alemán al portugués el libro de referencia. Las consideraciones anteriores son parte de su prólogo.

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