La razón en el hombre es su afinidad directa con el Logos, el Infinito o el principio racional que gobierna y desarrolla su universo - no es su intelecto o la manifestación de su ego - por lo tanto, este hombre verdaderamente racional, tiene toda la verdad sobre sí mismo, sobre el mundo y sobre Dios.
Todavía hay en vigencia dos aspectos de esta pregunta que no le permiten al hombre ver la plenitud de la Verdad. Muchos viven exclusivamente para la vida material de los sentidos y el intelecto, como si vivieran solo de pan. Pero una parte más pequeña se escapa de la vida y trata de vivir exclusivamente para lo que llaman la vida del espíritu. Estas dos conductas seducen al hombre, y toda seducción, ya sea izquierda o derecha, es desastrosa y lleva al hombre a la desgracia. Los materialistas intentan transformar al hombre en un cuerpo sin alma, mientras que los espiritistas intentan reducir al hombre a un alma sin alma. Sin embargo, el hombre no es un cadáver ni un fantasma, es una síntesis de cuerpo y alma. Encontrar esta síntesis y vivirla prácticamente es el secreto de la felicidad, y fue con este propósito que muchos maestros espirituales descendieron de las moradas celestiales del Cosmos para difundir sus mensajes de sabiduría.
Y nunca fue para ellos, una venida sin problemas. Para manifestarse en este bajo nivel de vibración espiritual donde la gran mayoría de los humanos todavía están presentes, se requirieron sacrificios incomparables, incluida la muerte obligatoria.
Cuando el hombre comienza a vivir esta gran síntesis, del desafío de la experiencia conjunta del cuerpo y el alma - que es el tercer aspecto de su existencia - cuando el espíritu ilumina, impregna y aviva todas las cosas materiales de la vida, el hombre comienza a vivir la plenitud de su existencia y entiende lo que uno de estos maestros quiso decir con las palabras: "Vine para que los hombres tengan vida y la tengan con la mayor abundancia".
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