Tuesday 19 January 2021

SANANDO EL TORMENTO DE LA CULPA

El gran mal que aflige a la humanidad reside en la falencia de conciencia de la inmensa mayoría de los seres humanos. La adoración desenfrenada del "dios-dinero" derrotó todas las consideraciones morales. Lo bueno es lo que da dinero, lo grande es lo que da millones, es esta mentalidad deshonrada la que prevalece hoy en día.

Mientras el hombre no sufra una profunda reforma interna, las reformas externas impuestas como ley por los gobiernos son precarias e ineficaces.

Sin embargo, la reforma interior supone algo que no está en nuestros códigos de leyes, ni se enseña en ninguna escuela. Supone un conocimiento de sí mismo y una fidelidad inexorable a ese Yo superior y divino en el hombre porque exige imperativamente la equivalencia entre lo recibido y el servicio prestado a los demás. Quien recibe un salario y no presta el servicio correspondiente a lo que recibió, es un ladrón, es un explotador, es culpable de injusticia, cualquiera que sea su cargo en cualquier institución. Incluso en el caso en que las leyes humanas absuelvan a este acusado, pero ante la justicia del Universo es culpable.

Toda injusticia que comete un ser humano es una degradación del individuo, ya sea que la ley humana la apruebe o desapruebe. El individuo que comete una injusticia pierde una parte de su valor, terminando en algún tiempo en una completa bancarrota moral, aunque puede haberse enriquecido materialmente con el producto de sus robos. Si este ladrón es analfabeto en materia de autoconocimiento y autorrealización, será casi imposible hacerle comprender su triste estado moral; se ha hecho millonario a costa del sudor ajeno, pero ¿quién podrá demostrar que es un deshonrado?

Sin embargo, esta imposibilidad de probar este hecho y de poner ante él la verdadera imagen del mal producido no invalida el hecho de este mal, pues la ignorancia no exime de culpa a nadie.

Este hombre acumula en sí mismo, deudas cada vez mayores, una deuda moral que debe ser neutralizada, según la inexorable justicia de la Constitución Cósmica. La neutralización de esta deuda acumulada en años de abusos contra otras personas e instituciones causará inevitablemente sufrimiento, ya sea en el mundo presente o en vidas futuras. Nadie quedará impune hasta que se pague la deuda. La Constitución Cósmica es un hecho, no una fantasía. ¡Nadie puede derrocar al Himalaya golpeando la cabeza contra esa enorme roca! ¡Nadie puede transgredir impunemente las leyes eternas de Verdad y Justicia!

El ser humano parasitario y explotador tiene una sola forma de redimirse: ser concienzudo y entregar a sus semejantes la porción por la que está obligado a las Leyes Cósmicas, y restituirle el producto de robos anteriores, según el ejemplo de Zaqueo de Jericó, quien, reconociendo su conducta explotadora y en consecuencia su triste estado moral, declaró: "Si he defraudado a alguien, devuelvo cuatro veces más y doy la mitad de mi fortuna a los pobres".

Todos los libros sagrados llaman "necio" al hombre injusto y pecador, ¡y estos libros tienen razón! ¡Porque es una tontería entrar en conflicto con las leyes eternas y tener que pagar enormes deudas debido a unas pocas ventajas inmediatas! La mentira, el fraude, la injusticia, cualquier pecado o crimen, casi siempre dan una cierta ventaja inmediata, y es precisamente por esta ventaja que el delincuente practica el mal. Si el pecador, burlándose de la ley eterna y beneficiándose de una ventaja inmediata, pudiera quedar sin castigo para siempre, definitivamente; si, después de embolsarse el resultado del robo, no ocurriera ningún mal, no se esperará ningún sufrimiento por parte de la Corte Divina, entonces, sería bueno ser malo, injusto, deshonesto, explotar a los demás.

Pero el Universo es un "Cosmos", un sistema de orden y armonía, no un "caos" de desorden e incertidumbre. La Constitución Cósmica del Universo exige imperiosamente la práctica de la Verdad, Justicia, Amor, Solidaridad y Honestidad. Ciertamente es posible que la criatura libre eluda esta ley; sin embargo, las consecuencias de esta infracción se vuelven infaliblemente contra el infractor, en forma de sufrimiento de cualquier tipo. El sufrimiento es el eco automático de cualquier violación de la Ley Cósmica. Y nadie sabe cuántos años, décadas o siglos corresponden a cada violación. Lo cierto es que existe este doloroso castigo, tan seguro como el Universo es un Cosmos.

Es, por tanto, una tontería provocar enormes sufrimientos, aunque quizás remotos para disfrutar de una pequeña ventaja inmediata, y, por otro lado, es una verdadera sabiduría renunciar a una ventaja momentánea y así no causar sufrimiento futuro.

Nadie puede eludir la inexorable ley de Causa y Efecto; una vez que se establece la causa, el efecto se sigue con inevitable necesidad y perfección. El Universo se reequilibra automáticamente, y este reequilibrio es doloroso para el infractor.

Ser bueno, justo, honesto, verdadero, también es doloroso debido al ambiente falso de la vida humana creado por nuestra pseudo civilización durante siglos de karma colectivo. Pero, en cualquier caso, ser bueno, justo, honesto, verdadero, es en última instancia ser feliz, aunque esa felicidad interior esté momentáneamente rodeada de sufrimiento. Básicamente, ser bueno es ser feliz y ser malo es ser infeliz. Podemos engañar a los hombres, pero nadie puede engañar a la ley eterna ni a su propia conciencia.

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