En el microcosmos humano, el núcleo es el "Yo esencial", que es la fuente de todas las fuerzas y el centro de todas las periferias; es el punto fijo; el “individuo” indiviso del alma del Universo.
Cuando Jesús dijo que el hombre es luz cósmica como él, se reveló toda la sabiduría de los siglos y milenios.
Teilhard de Chardin habló del “alfa y omega” del hombre; escribió un libro sobre El Fenómeno Humano, que va desde la hilosfera (esfera de la materia inanimada) a través de la biosfera (esfera de la vida), y hoy ha llegado a la noosfera (esfera del pensamiento humano), en demanda de la logosfera (esfera de la razón), que es el Logos, la Palabra, el Cristo cósmico, la Luz del mundo.
Y es a través de todo este viaje de varios miles de siglos: a través de la hyle (materia), bios (vida), noos (inteligencia) hacia logos (razón), el hombre es guiado, consciente o inconscientemente, por la luz cósmica de su Cristo interno.
En una discusión interminable, los estudiosos afirman que el hombre proviene de la materia, del animal no humano, pero ignoran su propia ignorancia. Porque, de acuerdo con la lógica y las matemáticas más simples, lo menor no puede producir lo más grande, lo inferior no puede producir lo superior. Estos hombres confunden fuente con canal, causa con condición. Es posible que el cuerpo humano fluya a través de vehículos materiales, pero en ningún caso provino de estos canales; el hombre vino de la misma y única Fuente Infinita de la cual derivan todas las cosas finitas. ¡El hombre fue concebido listo, real, ya manifestado! Los seres finitos pueden haber fluido a través de otros finitos similares, pero no pueden haber venido de otros finitos distintos. Los seres finitos pueden funcionar como potencialidades (canales), pero no pueden ser potencia (fuente).
La ciencia ha demostrado que todos los elementos de la química, de los cuales se derivan todas las cosas, provienen de la luz, y de esa luz provienen todas las cosas finitas del Infinito, como la sabiduría sabe e intuye desde el comienzo de la humanidad.
La luz de la esencia humana vino de la Luz de la Esencia Divina. Jesús, quien es la luz del mundo plenamente realizado, afirma que él también vino de la Luz Infinita que él llama el Padre: “Yo y el Padre somos uno, pero el Padre es mayor que yo”. Él, el Cristo cósmico, es el canal principal que vino de la fuente del Padre; y nosotros somos como canales secundarios vinculados a su canal principal. Entonces él dice: “Nadie va al Padre sino por mí; yo soy el camino, la verdad y la vida. El que me sigue no camina en la oscuridad, sino que tiene la luz de la vida”.
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