Wednesday 21 July 2021

LA PATERNIDAD DE DIOS Y LA FRATERNIDAD DE LOS HOMBRES

Cuanto más uno se acerca al gran Centro Cósmico, más se acerca a sus compañeros peregrinos que siguen el mismo camino hacia la evolución espiritual. Este es el glorioso misterio de la "comunión de los santos", del credo apostólico de los profetas modernos. El hombre espiritual parece recorrer caminos solitarios y secretos al borde de la vida, lejos de la masa de personas profanas y ruidosas; pero en realidad, nadie vive más intensamente y en mejor compañía en la sociedad que el hombre iniciado, el santo, el místico, el vidente del reino de Dios.

Hay una simpatía cósmica, telepatía espiritual, una misteriosa simbiosis divina entre todos los peregrinos hacia el Altísimo, quienes, consciente o inconscientemente, están todos unidos en una fraternidad universal.

La paternidad de Dios resulta en la fraternidad inmediata entre los hombres.

No existe una verdadera asociación entre lo profano y lo malo, porque todo egoísmo no asocia, es desintegrante, fragmentado, centrífugo, caótico. Todo hombre egoísta quiere ser un sol para sí mismo, y no puede tolerar ser un planeta en compañía de otros planetas. Sin embargo, el altruista, que cultiva el amor, conoce y reconoce la centralidad del gran Sol divino, y se siente feliz de poder gravitar alrededor de la estrella central en compañía de otros planetas.

La ley del egoísta es caos, desorden.

La ley del altruista es Cosmos, orden, armonía.

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