Nadie puede encontrar a Dios en el macrocosmos del universo exterior sin encontrarlo primero, en el microcosmos del Yo interior.
Sin embargo, si un hombre ha encontrado a Dios dentro de sí mismo, lo encuentra espontáneamente en todas partes; en un insecto, en una flor, en todo el universo, incluso donde Dios no parecía existir. Es porque Dios está siempre presente en el hombre, pero él, a menudo, está ausente. El reino de Dios está dentro de cada hombre, pero no todo hombre está en su reino.
Para ver el reino de Dios en el interior, el hombre debe renacer por el espíritu; abrir los ojos de su verdadero Yo esencial divino, pasar de la ignorancia a la sabiduría, de la ceguera a la clarividencia, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, de la profanidad material a la iniciación espiritual.
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En el capítulo “Me voy a América”, del libro Autobiografía de un yogui, de Paramahansa Yogananda, escribió que una mañana, solo en su habitación, en completo silencio, lágrimas de ansiedad ante lo “incierto”, al enfrentarse con angustia ante la realidad de tener que enseñar los principios del Yoga a los estadounidenses, oye que alguien llama a la puerta. Lo abre y ve ante él a un joven con una postura de aparente humildad y renunciación ... ¡fue Babaji, el espíritu inmortal, quien se materializó para visitarlo! Después de un período de breve conversación, y con una mirada de majestuoso poder, el maestro lo electrizó con un destello de su conciencia cósmica, en el siguiente pasaje del Bhagavad Gita XI, 12:
“Si se viera elevarse en el firmamento,
De repente, la explosión de miles de soles,
Inundando la tierra con una radiación increíble,
Quizás entonces sería imaginable
¡El esplendor y la majestad de Dios!”
Esta realidad mágica, presenciada por Yogananda, fue una señal evidente de que su peregrinaje por las tierras de América, tendría su propósito histórico para las generaciones futuras de los sedientos de Dios. Esta autobiografía es, hasta el día de hoy, considerada como uno de los hitos en la enseñanza de la realidad de la unión divina entre el Principio Cósmico y el hombre.
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