El hombre que somete su vida civilizada según el tictac del reloj, tiene que ser un hábil acróbata y equilibrista para no fallar en un solo movimiento del reloj; si falla, si se pierde uno de sus muchos y complicados compromisos, se derrumba en una explosión desesperada de la hora, el minuto, el segundo del día “perdido”.
La bilis se desborda ... invade los nervios ... penetra el cerebro ... envenena la sangre, el alma, el espíritu, el corazón, todo tu ser ... Todos ... Y el bolsillo está vacío ...
La esposa se siente insultada porque derramó demasiado vinagre en la ensalada o muy poca sal en la sopa; los niños son golpeados porque hablan demasiado alto o porque están en silencio ... ¡incluso el gato y el perro sufren las graves consecuencias del retraso del autobús, taxi o avión durante casi medio minuto!
Y el pobre mártir de la civilización acorta su existencia durante unos años y reduce su felicidad terrenal en un 50%.
El tiempo no es oro ni plata, mucho menos dinero.
El tiempo es vida, y la vida debe ser vivida. La vida no vale lo que produce ... ¡La vida vale lo que es!
Paul Brunton (1898-1981), periodista británico, autor de libros espirituales y mejor conocido como uno de los primeros divulgadores del espiritualismo neo hindú en el esoterismo occidental, en particular a través de su éxito de ventas A Search in Secret India, que ha sido traducido a más de 20 idiomas, en su libro, A Message from Arunachala, escribió: “El dinero es un ingrediente vital de la vida moderna, pero la adoración excesiva de este ingrediente, en detrimento del verdadero ideal, produjo una era de codicia. El excremento del diablo, según Papini, domina nuestro mundo, y esta imagen brillante de la riqueza material crea una ilusión ante las mentes de los hombres. Es muy adorado por aquellos que están bien o mal. El mundo ofrece a los devotos del dinero, felicitaciones a aquellos que han logrado el éxito alcanzado por esta deidad. Sin embargo, el hombre que acumula fortunas, se acompaña de nuevos peligros para su alma. Cada centavo se convierte en un vínculo que te mantiene apegado a la vida en este mundo. Pero para escapar de esta prisión, el hombre tiene que atravesar los mayores obstáculos de la renuncia interna para proceder con seguridad. Debe considerarse una especie de administrador, responsable ante los dioses del destino en el uso correcto, inteligente y sabio de su riqueza. ¡Incluso el propietario más rico del mundo poseerá solo siete pies de tierra cuando muera!”
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